No es fácil para nadie medir el infinito, tampoco
la inconmesurable distancia
que media entre una sonrisa y la pena.
No sé la medida exacta de tus labios
pero sí la de tus besos,
¿me quieres? ¿cuánto? Hasta Ganímedes,
¡que mezquindad! Pensé que era infinito.

La noche se cae a pedazos sobre el mundo,
¿Cuánto mide la sombra del desencanto?
¿Cuál es su largo y cual es su ancho?
¿Qué instrumento puede medir esta vana curiosidad?
Sólo sé que yo estoy acá y tú tan lejos
a una infinidad de suspiros, a un océano de distancia,
o a una llamada, estás tan lejos
y tu voz tan cercana.

Besa el hombre la mejilla de la joven, distancia exacta
que media entre la boca y el deseo,
lanza un beso esa mujer al viento, beso frío y estéril,
mejilla y labios, regiones cercanas y antagónicas,
que separan el romance de la nada.

Nació el día, ¿o murió la noche?