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(este es uno de mis primeros inicios como escritora)

EL MISTERIO DE LA CHICA DE NEGRO

Reina, nacida en la frontera Bolivia-Brasil, tez morena caribe, de ojos verdes, a los 35 años estaba convertida en una escritora profesional a pesar de la oposición de sus padres, ellos habrían preferido verla convertida en empresaria como su padre o abogada como la madre.
-¿Y por qué precisamente escritora?, te vas a morir de hambre- le repetían a cada momento.
-No si tengo suerte- contestaba muy segura. Quien le apoyaba en todo momnento eran sus abuelas.
-Siempre que tengas un deseo, no te detengas.
Esas palabras le acompañaban donde iva junto al recuerdo de las dos ancianas. Suerte sí tuvo en Europa al cabo de 7 años, donde halló el apoyo financiero para su carrera, no sin antes haber tenido que superar varios obstáculos propios de cada camino a recorrer.
Deseosa, como toda escritora, de buscar material para continuar creando relatos, novelas, cuentos inéditos, un día decidió aventurarse camión sin tener un rumbo fijo, hasta que pasó por una carretera en la cual se veía una gasolinería a cientos de kilómetros a la redonda. Encontró un sendero disimulado a un costado y, siguiendo sus instintos, lo siguió adentrándose por un bosquecillo que daba a un campo abierto, a pocos metros divisó un pequeño poblado, una comunidad perdida en aquel rincón del mundo, se sentía cansada y buscó con la mirada, hallando un hospedaje con restaurant, como nadie parecía notar su presencia, se dirigió tranquila al lugar, la hora del almuerzo había pasado pero ella tenía por costumbre portar alguna vianda por si acaso, pediría una habitación simple. Tocó la campanilla y salió el encargado, un hombre de 67 años, calvo, serio sin dejar de ser amable.
-Buenas tardes, una habitación por favor.
-Al momento- anotó su nombre, le pidió adelanto por los cinco primeros días que ella estaría en el lugar- su habitación es la número seis, segundo piso- llamó a un botones de no más de 17 años quien subió sus pertenencias, al entrar a la habitación la encontró agradable, le dio dos monedas de propina, el chico agradeció y se salió, empezó a instalarse.
Luego de descansar bajó al restaurante, se sentó a observar a esa sencilla comunidad, cuando vio a una muchacha sentada en otra mesa, vestía de negro total, descalza y con una cadenita con una cruz pequeña colgada al cuello por todo adorno, pelo corto, ojos marrón, su rostro pálido los ujetaba con la mano, apoyando el codo en la mesa, su presencia daba signos de gran sufrimiento, quizás en un tiempo sus ojos fueron vivaces y brillantes, pero ahora se los veía melancólicos, apagados. Amiguera por naturaleza, reina se le acercó para entablar conversación sentándose junto a ella.
-Hola, mi nombre es Reina, ¿quién eres?- pero aquella joven estava totalmente ida, sin embargo pensando que no la había escuchado, le dio dos palmadas en su brazo y hablando más fuerte repitió- ¿quién eres?- pero tampoco obtuvo respuesta, aquella mujer, que además no parecía ser tan joven, mantenía una expresión distante, ajena a todo cuanto le rodeaba.
Iva a insistir por tercera vez, cuando la interrumpió el encargado que resultó ser el dueño del lugar y el botones su hijo, quien ayudaba en vacaciones a su familia, la encargada de la cocina era la madre.
-No le va a contestar, así es ella, déjela.
-¿Pero quién es y por qué está así?.
-Tuvo una vida muy penosa, desde que nació a sufrido, no importa lo que tratemos de hacer, no va a reaccionar.
-¿Dijo desde que nació?- preguntó interesada- entonces es de aquí.
-¿Puedo yo ahora saber quién es y por qué está aquí?- preguntó él a su vez.
-Soy escritora, busco alguna historia novedosa, fuera de lo común, encontré este lugar por casualidad.
El encargado le aconsejó escribir la historia del pueblo, que era muy antigua y no había mucho documento al respecto, a pesar de contar con una biblioteca.
-Los más ancianos del lugar le pueden ayudar, son descendientes directos de los fundadores.
-Y de ella¿ por qué no quiere que escriba algo?- preguntó extrañada.
-Ya le dije que no va a sacar nada, desde que llegó al pueblo no cambió en lo absoluto.
-Oiga, primero me dice que desde que nació que está así, y ahora me viene conque desde que llegó, decídase.
-Porque parece que así nació, ¿no la ve?- empezó a explicarle que la había encontrado en el bosquecillo, durmiendo junto a un árbol- estaba harapienta, sucia y desnutrida, la traje aquí y mi esposa la cuidó, de esto hacen dos años. Limpia el restaurante tres veces al día, ése es su trabajo, no se pone otra cosa que no sea negro, tiene tres mudas más de ropa y esa cadena que no se la quita.
Reina miro pensativa a la chica y se preguntaba el porqué estaba así, cuál era el misterio que ocultaba, quién podría ser, si tenía familia o si había escapado de algún orfanato, de donde era.
Pensó volverle a hablar pero, convencida de que no le contestaría, prefirió salir a conocer a los lugareños, divisó a una anciana meciéndose en una terraza, se le acercó y logró una muy amena conversación hasta que llegó la noche.
Volvió al hospedaje, cenó y se retiró a su habitación. Pero no lograba dormir puesto que la misteriosa muchacha la tenía pensativa.
Faltaban diez minutos para la medianoche, decidió caminar un poco para aclarar sus ideas, sintió hambre y sacó una vianda de su bolsa, sintió ganas de bajar al comedor.
-Debí traer mi linterna, esto está muy oscuro- se dijo mientras bajaba a tientas. Cuando llegó al primer piso y empezó su vista a acostumbrarse a la oscuridad, le pareció ver una figura humana que se movía dentro del lugar, intentó seguirla pero se chocó con unas sillas y perdió al supuesto espectro.
Regresó a tientas a su habitación mientras terminaba su vianda, no imaginaba quien podía haber sido y lamentó no haber llamado a ese alguien, quedándose con una nueva duda.
A los tres días de permanencia ya formaba parte del lugar y conversaba con unos, colaboraba con otros, le hacían bromas, las hacía ella, tenía escritos dos cuentos para niños inspirándose en el bosquecillo, pero le parecía muy poco comparado con la muchacha de negro, de quien nadie sabía nada en absoluto, sólo que limpiaba y ordenaba el restaurante a cambio de comida y techo.
Decidió espiarla para averiguar algo, esperó una buena parte de la tarde de aquel cuarto día sin que la chica cambiara de posición: sentada en una silla, apoyando el codo en la mesa y la mano sujetando el rostro, con la mirada perdida, como mirando a algo que no pudo ser, todo eso llamaba la atención de cuantos la rodeaban, pero ella permanecía en total silencio.
Faltando diez minutos para la medianoche, cuando todo estaba oscuro y cerrado, se levantó metiéndose a la cocina, esta vez Reina se había cuidado de llevar una linterna.
-¿A dónde irá?- se preguntó, la siguió con la linterna sabiendo que no notaría que la seguían.
En la cocina había una baldosa bien disimulada, la levantó y se metió por ella, Reina la siguió. Unas escaleras parecían conducir al sótano y allá se dirigió, vio a la chica sacar de entre unos saquillos algo que parecía ser un libro. Reina se apuró en salir cuando la vio acercarse a las escaleras; ambas salieron dejando oscuro el sótano.
Sin enterarse de que la seguía, la misteriosa joven salió al exterior usando la puerta de la cocina, caminó y se sentó apoyándose en una pared, empezó a acariciar el libro a la vez que lo sujetaba con fuerza, como si alguien se lo fuera a quitar y las lágrimas inundaban sus ojos y bañaban su cara, pero ni por esas cambiaba de actitud, lloraba en silencio, sin suspirar ni gemir, permaneció así como media hora, Reina resolvía con eso el misterio de la noche anterior y tenía ya una pista para descubrir el principal misterio, en ese libro encontraría un nombre, alguna dirección, algo que le permitiría resolver el misterio de la chica de negro, esa noche durmió más tranquila.
Había enviado ya los cuentos que tenía y con el pago por adelantado que le envió su editor pudo cancelar los días que se quedaba en aquel pueblo, que por cierto llevaba más tiempo del que pensó pero sentía que valdría la pena, tenía un misterio que resolver y era de esa joven de quien no halló nada en la librería del lugar y ninguna persona podía darle mayor información.
Se decidió a sacarle fotos y envió los negativos donde un amigo suyo y pidió a sus contactos que buscaran información al respecto, mientras ella buscaría por su cuenta y una noche aprovechó la ocasión, después de que la joven realizara aquel ritual nocturno, Reina se quedó en el sótano y buscó aquel libro, sencillo no fue pues rozó su mano con un ratón y al creer palpar aquel libro este se resbaló y cayó, retiró los bultos con esfuerzo y lo encontró, subió a su habitación y empezó a revisarlo, resultó ser un diario de vida cuyas primeras páginas estaban escritas con letra clara y legible, en el mismo, se relataba la historia de una joven huérfana de madre que terminó en una casa llena de sirvientes y un padre comerciante cuyos viajes le impedían permanecer tiempo con su hija, de nombre Daría.
Al cabo de un tiempo el padre contraía nupcias con una mujer amiga de la madre fallecida y al principio las relaciones marchaban bien entre la joven y la madrastra, quien luego de un tiempo empezó a imponerse en la casa, excluyendo a su hijastra y dándose lujos que podía costear su esposo quien ignoraba el destino de ese dinero, cuando el padre de la joven volvía de viajes la nueva esposa cambiaba totalmente haciéndole creer que ella era una buena esposa, madre y señora de su casa, Daría, según los apuntes en ese diario, perdía contacto con su padre ya que esa mujer acaparaba su atención y no les permitía estar a solas.
Reina dio un vistazo a su reloj y continuó leyendo, eran cerca de las dos de la mañana pero estaba enfrascada en la lectura.
Un accidente era anunciado por los medios de comunicación y los datos de las víctimas eran detallados, una de esas personas parecía, según los detalles, el padre de la joven quien no tuvo mucho tiempo para llorarlo pues la madrastra no esperó a cerciorarse de que realmente estuviese muerto su esposo, llamó a un abogado, se leyó el testamento quedando ella como heredera de la fortuna y tutora de la joven quien aún no cumplía la mayoría de edad. A los pocos días la olvidó por completo, despidió a los empleados y se fue de viaje con un acompañante quedando Daría en la total orfandad.
Reina recordó algo de aquel accidente y esperó a que le enviaran los informes al respecto, si eran ciertas sus dudas entonces podrían volver a unirse un padre con su hija.
El resto de las páginas estaban escritas rápidamente, algunas con lápiz, otras parecían estar llenas de carbón, todas eran desahogos y esperanzas de reencontrarse con un ser querido. Volvió al sótano y colocó el diario donde lo había encontrado.
Un día conversaba con algunos ancianos que conocían leyendas muy interesantes del lugar y las relataban con mucho interés, Reina escuchaba atenta sintiendo que cada palabra se grababa en su cabeza, una niña se le acercó diciéndole que en el camino alguien le buscaba, se disculpó y corrió a la salida del pueblo, le esperaba uno de sus contactos quien le dio un paquete a la vez que se quejaba.
-La próxima vez que te vayas al fin del mundo no me busques, esta pobre camioneta casi se queda en el camino y yo en ella.
Conversaron un poco y luego el hombre se quedó a ruego suyo, mientras camuflaban el vehículo pues no había camino alguno para que siguieran en él hasta el pueblo, el recién llegado le adelantaba algo de lo que le había llevado en ese paquete.
Volvieron al pueblo, se dirigieron a la pensión seguidos de varias docenas de miradas e ingresaron a la habitación de ella quien con satisfacción, vio confirmadas sus sospechas.
- Con esto que me traes- comentó – un padre y una hija se volverán a unir.
- Oh, si, y yo quiero unirme a mi cama de mi casa- se quejó- ¿sabes lo incómodo que es viajar en las condiciones que viajé?.
- Esas condiciones son típicas de aventureros querido, así que deja de quejarte.
- La diferencia es que a ti te gusta y a mí no ¿qué vas a hacer con eso?.
- Lo que te dije, unir a un padre con su hija.
Bajaron al restaurante y se acercó al dueño de la pensión.
- Ya- fue todo lo que le dijo con una sonrisa de oreja a oreja a lo que el hombre preguntó?.
- ¿Ya qué?.
- Ya descubrí el secreto, resolví el misterio y la chica volverá a reunirse con su papá- el hombre la vio incrédulo, no entendía nada de lo que le acababa de decir, recién cuando Reina le explicó lo que había hecho, lo que había leído y los resultados que tenía entre manos el dueño no hizo más que alegrarse e interesarse por conocer el final, su esposa y su hijo estaban pendientes tanto como él y pensaron ya en preparar un banquete cuando se reuniesen los dos personajes.
A siete millas de distancia de aquel pueblo, en un asilo de ancianos servía la merienda un hombre mayor, canoso y encorvado, cuando uno de los ordenanzas le llamó diciéndole que le buscaba un detective. Todo fue uno, dio su nombre, empacaron sus cosas y se lo llevaron a un lugar donde una joven le esperaba sin saberlo pues lo creía muerto, aunque una parte de ella sentía que estaba vivo.
Preparar a la joven fue el asunto, por más que le llamaron varias veces por su nombre y le decían lo de su padre ella no reaccionaba, decidieron esperar a que llegara su padre para encargarse de despertar a esa mujercita, sólo la cambiaron , peinaron y pintaron un poco la cara.
En medio de gran expectativa, dos hombres avanzaban hacia la hostal y al ingresar, el más anciano se acercó a una joven que permanecía sentada en una silla y tras mirarla, acariciarla, abrazarla, empezó a llorar hablándole sobre su madre, sobre él, la acurrucó mientras le decía que su sueño se hacía realidad, encontrarla de nuevo a pesar del error que había cometido, creerle a una extraña en vez de estar con su hija.
De repente la chica se levantó y abrazó con tal fuerza a su padre, que todos creyeron le rompería los huesos, estuvieron así por 10 minutos y luego, por primera vez en tres años Daría reaccionó, lloró, rió y se apoyó en su padre.
En aquel accidente no estaba él, si no alguien que tenía características parecidas, he ahí la confusión. Darío, nombre de su padre, al volver a su casa y hallarla ocupada por extraños enloqueció, y se desesperó más aún cuando descubrió lo que había hecho esa mujer, en su cuenta no quedaba nada, tenía algo de dinero en los bolsillos, siguió a la mujer quien al verle de nuevo le desconoció y le dio la espalda.
- Viví tres años sin saber cómo ni dónde hallarte, estaba en la ruina económica y moral- se quejó, permanecieron en ese pueblo, para qué irse a otra parte, después de todo ahí se habían reencontrado, Reina obtuvo su historia y la convirtió en un documental, Daría volvió a escribir en su diario.
- Querido amigo: anoche soñé con mamá por primera vez en 8 años de su muerte, me miró feliz, sonriente, se alegra de que papá y yo estemos juntos otra vez.


FIN

Texto agregado el 26-08-2004, y leído por 305 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
11-08-2005 Me gusto mucho,y da la pauta de nunca hay que dar todo por perdido. gavyota
31-10-2004 Es un muy buen texto. Lamento que por su extensión haya pocos comentarios. Ten paciencia. orlandoteran
 
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