No quiero ser el amante pasivo.
Hablas y mientras te miro, tu boca no hace otra cosa que invocarme... Ríes mientras me ignoras.
Observo tu rostro, enmarcado por tu cabello que se mueve ajeno a mi mirada.
Es tu cuerpo el ansia que siento de abrazarte de inmediato, de olerte, de estrecharte nuevamente.
Cada cual cumple con sus tareas, y mientras tanto no dejo de pensarte.
Circundo por tu espacio cual satélite que desciende de su órbita para visitarte,
te rondo como un lobo que espera un descuido de su presa vulnerable,
pero la presa soy yo, que espero a que tus labios me mencionen ya siquiera.
Y puedo pensar en esa fortuna de quien te mantiene en casa tras su espera,
en el arribo perpetuo que te mantiene aguardando por su llegada distante...
Le envidio miserablemente, debo reconocerlo, con esa furia contenida del hambriento.
Tus manos ondulan en una danza que pareciera invocarme, silenciosa.
Pero tus ojos no me corresponden como busco y ahora espero...
Esa señal de cansancio y melancolía, que me deje paso al corazón abierto.
Dando vía libre a mi atrevimiento mas oculto y difuminado con cortesía y sonrisas tristes.
En este tiempo tortuoso en que no dejo de pensarte o soñarte al menos.
Donde tus piernas de enredadera busco tener sobre mi cuerpo, rodeándome entero.
Y despierto de ausencia asfixiado, lejos del perfume que emana de tu cuerpo,
con un dulce sabor en la boca y tu sabor en mi aliento enmarcado en la sonrisa de mis labios ahora rotos de extrañarte.
Despertar siempre solo, es sólo el inicio de mi diaria agonía,
en que no quiero ser el amante pasivo que te invoca por las noches,
cuando te se aún dormida o trabajando y sola a veces, aguardando por el dueño de tus sueños
como lo eres tú de los míos, y no puedo hacer mas nada por alcanzarte.
Yo quiero esperarte, pero tus profundos sueños destrozan los míos,
tus ilusiones flotando ante mis ojos se vuelven espinas en los ríos,
y no quiero ser el mudo testigo de tus quimeras más indispensables,
ni el amante pasivo que te invoque en esas noches tan insoportables. |