El surco que deja la tenue nave
que borda el margen de un falaz ensueño;
el tibio roce de un cristal sedeño
en la trémula figura de un ave.
La luz que en las mejillas se evapora
se consume en su propio desconsuelo.
Y quien forja el sepulcro con su anhelo
yace oculto en el velo de la aurora.
Es la fuente rumorosa del alma,
la que en fecundo silencio se ensalma
velando su efímera osadía;
pues semeja con su inerme resplandor,
en su brillante paradoja y rumor
a una estrella eclipsando su agonía...
Texto agregado el 20-05-2014, y leído por 198
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Lectores Opinan
20-05-2014
Bello poema, sigue adelante, el camino por recorrer para escribir sonetos está basado en el estudio y la dedicación, te felicito.
Te dejo lo solicitado en tu LDV.
Un abrazo. gsap
20-05-2014
Daniel Bellos versos cargados de bellas imagenes y poesia pura que como siempre llegan al mismo centro del alma hasta hacer llorar. Mis * tequiero