Pierdo la razón en ese instante
en ese paraíso a ciegas
cuando ahogas el mundo
y de besos te quejas.

Aran excesos los labios
en bocanadas de aliento,
la fricción es urgencia
las manos…
memoria de un animal
tan precisa, tan certera.

Siento abrirse los poros
sangrando humedad.

Tus ojos
devoran temblores
suspiras y quemas
erizas el mulo grosero
el que disfrazas
el que niegas
el que demandas
el que esperas
el que domina
el que aprietas.

Recorrer tus grietas
es el viaje del rey,
una porción infinita del tiempo.

Y late gloria el corazón.

Me cedes tus posturas
y el final espera
hundido en tu piel, morena…

Cuando tu vergüenza ardiendo
apenas meneas
bebo el veneno verdugo
de la inconsciencia.

Me conviertes en vino
en roble
en agua
en prisionero
en mitad de fuego,
en asesino confeso.

Estallas y me llevas.

Me anclas
me desagotas…

Me liberas
me revelas
me conviertes en lo que soy.

En éste animal que te cela.