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Apenas se ha iluminado la mañana, y Juan se convence en levantarse de la cama. Camina un poco por la superficie tibia de la duela que acaba de pagar. Ya casi está totalmente consciente, cuando voltea a su lado a mirar a Ana que aún se encuentra recostada. ¿Nos costó trabajo, verdad? Eventualmente se había perdido la costumbre de una mañana de sábado como ésta. Entre la tesis y el sofocante comportamiento de Mickey, que arrebataba del adormilamiento al matrimonio con una llamada imprudente pero tristemente ya previsible.

Apenas se dejaba oir el timbre del teléfono y el desgano de Ana –Si, ya viene por ti ese mono- y rompía el encanto del somnoliento transcurrir de una pareja joven en sábado en la mañana. Pero hoy parece no sólo otro día. Parece (y es) otra ciudad. Parece (pero sólo parece) otro país.
Ayer nos adentramos en la contemplación de la neblina que bajó y nos invadió por completo, hasta causarnos un buen sobresalto cuando un venado se acercó a la ventana. No lo esperábamos así. Bueno, lo inesperado es una historia levemente conocida para ambos enlos últimos tiempos ¿No Anita? Creo que el clima no está ni para ir al super. En verdad que no. Y no quiero.

-No tenemos nada pendiente, verdad?- Musitó Ana
-¡Ah! De modo que ya estás…-
-…Aquí-
- ¿Ahora?-
-Si-
-Ahora no hay nada a qué salir- Dijo Juan, sentándose en el espacio que Ana le había hecho a su lado derecho, de modo que pudo abrazarla y darle un beso.
No había que salir de aquí nunca, gordo. El mundo es malo, la gente es mala, la calle es mala, tus proyectos son malos, mi nuevo jefe es malo, nosotros también, pero yo trataré de ser buena esta mañana, ¡ay gordito!, dame chance de ser buena un momento…
-Creo que podríamos-
-¿Si?-
-Voy por una fruta-
-Anda- Ana se arrellanó en la cama y se cobijó con cierto ademán de disgusto, como si una niña estuviera inconformándose con algo que no le fue hecho a su modo.

Juan volvió con un melocotón en la mano. Ingrato, pensó Ana al instante. Ni siquiera uno para ella, ni siquiera el desayuno, ni siquiera se quedaba un momento más con ella.
Hay un juego de poderes que se viene jugando desde épocas remotas. Más que de poderes, de dominios. Jugamos a que dominamos. A veces es el macho, a veces la hembra, Ana, sé que en pocas ocasiones te fijas en los detalles. Eso te vuelve una hembra única y a mí, un hombre afortunado. No he probado bocado, no todavía…
-¿Me das?-
-Tal vez…-
-Eso si que no, a afirmas o niegas, pero una indefinición…-
-Define tu- Contestó sentándose nuevamente en la cama, cerca, esta vez, de sus piernas, con quienes ya empezaba a juguetear

-¿Condiciones? No me irás a hacer cosquillas…- Dijo casi sin ser escuchada. Juan ya había acariciado lo suficiente como para justificar que había optado por desconectarse del juguete que siempre vio en el lenguaje verbal. Ana hizo más espacio y dejó que poco a poco tocara su contorno. Siempre delicadamente. Siempre. Delicadamente un hilo. Un hilo que es la tersura de un melocotón. Un vello fino, un paraje tuyo y mío, un paraje donde la vida no es mala, donde la vida obtiene su justa dimensión y toca mi boca…

-¿Condiciones…?- insistió Ana muy quedamente mientras sentía como la mano firme de Juan se quedaba en el punto aquel en el que convergen las costillas y que siempre indagaban por su nombre. No eran los senos. Era el pecho, el lugar de la invitación. Eran los esposos más allá de la reconvención. Era una mañana que invitaba a pensar que de veras era otra ciudad y otro país. Eran manos acariciándose torpemente, sin ninguna caricia estudiada, con ademanes nuevos y natos. Eran sábanas arrugadas de sábado conociendo su función en este juego que se viene jugando de modo ancestral, de recreo, recreación, creación misma. El poder va y viene de un lado a otro, o más bien el dominio, o más bien…

-Condiciones, sólo una- Dijo Juan Sonriente, mostrándole la fruta sin quitar la otra mano del pecho de Ana- ¿Lo quieres antes o después?-
-No hay que salir-

-No hay que salir-

-No-

-No-


IVÁN GUTIÉRREZ LÓPEZ

Texto agregado el 16-05-2014, y leído por 98 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-05-2014 Comienza con los pies en la tierra,pero lentamente se va elevando sutilmente hacia un agradable nivel de sensualidad y creo que de erotismo también.Me gustó.- edu485
16-05-2014 Delicioso,el cuento y él melocotón.te felicito. Te sugiero poner atención en el pronombre SU tiendes a repetirlo.ejemplo,la primera frase. Ninive
 
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