Siempre escuché por ahí, mirá que la chica no es una caperucita roja eh??
Y realmente la frase armada supone un simbolismo muy claro, no es una persona tan inocente.
Sin embargo en este breve relato voy a desmitificar a la tan ponderada niña que pura e ignorante de su condición de inmaculada y casta mente, cayó bajo las garras del lobo...que quiso aprovecharse de la situación, como todos los canes salvajes en medio de un bosque de coníferas, tal vez de bosques templados o casi ecuatoriales.
Una niña pequeña que es mandada nada menos que por su madre, a atravesar un bosque, con todos los peligros que de ello se supone y le advierte:
-No hables con extraños
-No te apartes del camino
-Recuerda estos dos principios y nunca ir por otro sitio, que no sea el indicado y más corto. (seguimos con los simbolismos :)
Y en ese transcurrir de una infante de tal vez 8 o 10 años, quizás en los umbrales de una pubertad la niña se topa con un lobo babeante, que bien pudo habérsela engullido mucho antes, por qué no, tal vez un tanto perverso el licántropo, que lo trataron de habilidoso y encima cruel.
Pero continúo la idea...¿no le advirtieron acaso a la pobre Caperucita Roja que no mantuviera un sólo hilo de conversación con desconocidos?
Primera señal de desobediencia civil de la niña. Acaso no recordó también que no podía distraerse juntando nada menos que flores, en un terrible acto de romanticismo...
Y acaso la tercera cosa, la peor de todas, "creer" en el cánido y desviarse por el sinuoso camino que le señaló el mamífero carnívoro.
Si me preguntan, yo afirmo no creo en la inocencia de Caperucita, tampoco la abuela que le abrió la puerta, y si tengo que defender a alguien es al lobo.
Siempre disfrutó y no negó su naturaleza.
Y colorín colorado, este ensayo se ha acabado. chan
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