¿Sabes? He de confesar que siempre supe de ti, siempre te veía con la curiosidad que sólo un niño puede experimentar. Eras tan llamativa, tan fragante, tan atractiva, que a la menor provocación deseaba estar en contacto contigo. Suena extraño, pero nunca he sentido tal atracción por algo o alguien.
Recuerdo aquel día, estábamos en Galeana y yo sólo tenía 7. ¡Por fin solas! Pensé. Recuerdo ese olor a mantequilla y maple; y el gran esfuerzo que hice para que todo saliera bien. Pasó lo que era de esperarse: me tomaste de la mano y nunca jamás te quise soltar.
Continuamos nuestro tórrido romance, sin que nadie lo supiera; ¿Te acuerdas cuando a escondidas me ponía a levantar claras inventando cosas que casi nunca salían bien? ¿Te acuerdas de todos esos libros que leía de adolescente para poderte comprender? Nunca supe porque lo mantenía en secreto, pero es verdad que así la pasábamos mejor.
Pasaron 10 años después de aquella mañana en Galeana y por fin me atreví a decirle a mi papá de lo nuestro, como era de esperarse, puso el grito en el cielo. Nunca fui lo que el deseo: no era varón, no era tenista, no era basquetbolista, no era brillante en la escuela (como el), entre muchas cosas más. Y ahora, justo ahora que podía limpiar mi nombre le salgo con esto. La respuesta definitiva fue NO, no, no y no.
Me fui a estudiar fuera de casa, a intentar cumplir el sueño de mis padres, me aleje de ti y de los que amaba. Siempre había un pretexto para no volver a casa, siempre había un pretexto para no estar a tu lado.
Caí… no cumplí el sueño de mis padres, me di a los vicios y los placeres mundanos, cada día más alejada de ti. Me casé y ¿Adivina qué? Volví a fracasar.
Pasaron 11 años más después de aquella mañana, decidí que nos veríamos los sábados. Todo parecía tan fácil… Y de pronto tuve todo y después no tuve nada, pero me quedabas tú, me abrazaste, me tomaste de la mano, con un amor más adulto, más maduro. Me rescataste de la decadencia, tu mi mejor amiga, mi secreto, mi vida, mi amor. Descubrí que solo podía ser buena a tu lado y tome la decisión de nunca volverte a dejar.
Ahora estamos juntas, inseparables. Nuestro entorno lleno de críticas, que no soy lo suficiente buena para ti, que soy muy vieja para seguirte, que no se nada al respecto. ¿Quieres la verdad? ¡Te amo! Sin importar lo que digan, sin importar lo que piensen. Y ¿Sabes qué? Tengo planeada hacerme viejita a tu lado, así que ni creas que te vas a librar de mí tan fácilmente…
Con amor,
Tu Cocinera
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