Que gusto que alguien te cambie la vida de esta forma. Pasaron algunos días antes de que distinguiera esa sensación de placer. No esa euforia infantil que te hace sentir que estás apunto de explotar. Más bien esa leve brisa de saciedad emocional. Listo todo, saltemos.
Pusiste tu brazo alrededor de mi hombro. Como eres considerablemente más alto no te costó ningún esfuerzo. A veces envidio esa capacidad tuya de conquistar con un gesto tan simple a las personas. Cuando nos conocimos yo estaba tan ensimismada que me resultaba imposible creer que algún día te amaría. Tal vez tenía el corazón tan roto que me causaba mucha pereza el repáralo. Era más fácil seguir arrastrando las piezas crujientes, dolientes, que buscar algo que lo pudiera reparar. Pero los poemas de Charles Bukowski no me resultaron del todo mal. Pude soportar mi vida repasando alguna frase de sus poemas. Mis favoritos eran “Todo” y “Amante de las flores”. Bastaba con volver a leerlo para saber que todo estaría peor en cualquier momento, y eso ridículamente me producía paz. Era irónico en todo sentido. Por eso tal vez te tenía que conocer, te tenía que amar, te tenía que tener.
-¿A dónde quieres ir?- y esa, como siempre, era la pregunta correcta. Pero no sabía, no tenía ganas de responder. Sólo quería respirar seguir adelante, caminar sobre la hierba rebajada y aromática. Ojalá la vida me diera cuatro años más como esos. No esperaba mucho y había recibido más de la cuenta, según mis cálculos recibiría en breve el peor de los infiernos porque nadie podía ser tan feliz. Al menos no para siempre. -A donde tú quieras, yo sólo quiero disfrutar esto.
Rentamos un auto, barato, barato, para dejar dinero para otras diversiones. Algo como un festival de música a campo abierto, muy Hipster, para lo que nos importan esas cosas. Un museo, un castillo, tal vez una cena elegante, o tal vez sólo una botella de vino, pero sino comemos me producirá mucha acidez. -¿Qué ocurre?- Pregunté fingiendo preocupación –Nada, no sé si alcance para tanto.- No importaba, había mucho que hacer en este país que ofrecían gratis. Si la vida fuera gratis en su totalidad no nos iríamos, viviríamos en Irlanda para siempre. Pero no puede ser. Hay que volver. Debemos hacer más dinero para seguir fingiendo que esta es nuestra vida.
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