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Carta del enamoramiento:
Lo más lógico sería que en primera instancia te saludara, deseara que te encuentres bien y contento; sin embargo debo confesarte que eso se me hace demasiado trivial y normal, no va con vos.
No tiene tanto tiempo que os he conocido, un año, tal vez dos. Recuerdo la primera vez que te vi y el escalofrío de miedo que me provocaste, fue extraño porque nadie me había logrado amedrentar de esa manera, menos un hombre y peor aún, uno como tú.
Eras diferente, lo vi cuando observé con cuidado tus movimientos, cuando caminabas entre el mar de personas de los pasillos y nadie lograba tocarte. También me di cuenta de lo raro que eras cuando a pesar de ser muy atractivo para el sexo femenino tú simplemente te las sacudías con palabras bruscas y actos grotescos, sin embargo no fui la única en darme cuenta de eso, uno de los docentes de la facultad hizo el comentario después de mandarte por un pintarrón a propósito; cito: “Él es un auténtico caballero, de esos que ya no hay y nosotras no nos cansamos de buscar, cuando él encuentre a la damita perfecta esta va a ser tan afortunada…”
A lo largo y ancho del aula se escucharon suspiros aprobatorios y seducidos por sueños con los ojos abiertos; no estoy completamente segura de que mis labios hayan logrado guardar para sí mismos el suspiro que se formuló desde lo más profundo de mi pecho. También a mí me atraías por más que me costara trabajo admitirlo y me aferrara con uñas y dientes a aquella relación condenada al fracaso con otro que no eras tú y que sin embargo yo insistía que era él el correcto.
Craso error. Tú, sólo eso pienso ahora que rememoro. Tal vez tú no me quieras, es posible que para vos no sea más que un guiñapo que estorba en tu perfecta vida de ermitaño, pero te juro que nada puede compararse con el suave tacto de tu piel tersa con la mía.
Recuerdo aquella vez que consolaste mis lágrimas de esa manera tan tierna y dulce. Sí, aquella vez que lloraba porque aquél que creí era el caballero perfecto me engañaba de la manera más cruel y vil, sin embargo yo seguía en lo dicho, pretendía seguir adelante con él, compartirle mi vida, mis dichas y mis fracasos. Lo quería.
Recuerdo la dulzura en tus ojos y la paciencia con la que me escuchaste, la comprensión de tu voz y entonces fue cuando me di cuenta que tanto odio para la sociedad no podía venir de otro lugar más que de los demonios que transportabas en tu interior.
¿Quién fue? ¿Quién te lastimó? ¿A quién debo esa dureza exterior que no permite que nadie penetre tus capas? ¿Quién fue? ¿Por qué? ¡Dímelo por favor! Estoy dispuesta a ayudar. Quiero quedarme hasta el final. Quiero ser el paño de lágrimas y también la fuerza para romper esa coraza de hierro templado. Quiero mirar esa chispa divertida en tus ojos más seguido. Quiero que cuando salte esa chispa que se enciende cuando estas cerca de mí tenga la oportunidad de besar tus labios bonitos. Me encantaría robarte un suspiro y pasear por el parque con tus dedos entrelazados con los míos. Quisiera ser aquel ser que se acurruque entre tus brazos livianos cuando esté a punto de dormirse y al despertar lo primero que vea sean tus ojos.
Me gustaría que en la próxima fiesta familiar seas tú mi acompañante, que aun cuando no seas bueno bailando hagas el esfuerzo por hacerlo conmigo. Sería lindo preocuparme por conseguir el obsequio perfecto para el día de tu cumpleaños y sentir ese cosquilleo extraño que es común por los nervios previos a un acontecimiento importante.
Quiero que seas tú.
Hay veces que no soporto los celos. A pesar de que sé que eres una persona introvertida que sólo se rodea de libros y algunos amigos de vez en cuando me dan celos de saber que en cualquier momento encontrarás a la princesa por la que esperas. Es posible que ni siquiera esté cerca de serlo para ti, sin embargo en caso de verte feliz con alguien más juro que yo también lo sería. Mucho, porque tú mereces ser tan feliz.
Hoy hablaba de amor. Tú fuiste el primero en aparecer en mis pensamientos, con todo y esos ojos bonitos llenos de demonios internos. En algún momento todo pasa demasiado rápido y la vida se acaba, sin embargo me dan ganas de vivir. Vivir a tu lado, con defectos y virtudes, con un beso y un abrazo; una palabra de aliento cuando todo parezca ir mal y un grito de júbilo cuando todo mejore para los dos. Sería lindo que al despertar lo primero que viera y sintiera fuera tu silueta dibujada sobre mi cuerpo, con tus caricias tatuadas por toda mi fisionomía y que cuando hables sobre mi perversión, lo hagas con una sonrisa divertida bailoteando por tus labios a causa de los recuerdos agradables de la noche anterior.
Quiero arrancarte las capas de ropa que llevas sobre el alma, desnudar hasta el rincón más recóndito de ese espíritu que me ha cautivado desde el inicio de los tiempos.
Perdóname si en algún momento te sientes acosado por mí, sin embargo creas una especie de atracción tan especial que soy incapaz de entender, no sé cómo hacer para que las ganas de tocar la tersura de tu piel no me coman desde adentro. Posiblemente suene patético ser incapaz de contener todos esos deseos extraños que no van directamente relacionados con la carnalidad y sólo es un poderoso grito ahogado y suplicante por una pizca de tu amor platinizado…

Texto agregado el 05-05-2014, y leído por 89 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-05-2014 No gastes más letras, ni suspiros, es gay. Ojo de loca no se equivoca!! HIVpositivo
05-05-2014 Si te animas y le dices todas las cosas bellas que expresas en tu carta,seguro lo atraparás.UN ABRAZO. GAFER
 
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