No me mires así, no me mires desde lejos, déjate llevar por mis palabras hacia el sentir, hacia el placer. Acércate a mí y déjame leer con mis manos tu cuerpo, quiero apoderarme de tu piel, acariciándola hasta que la pasión se apodere de nuestros actos.
Déjame inundar mis manos con tu dorso, para sentir tu excitación mientras me haces tuya, mientras te froto suavemente, para adornar mis labios con tu ser, quiero sentir en mis labios el dulce calor que produces.
Deslízate con tus manos por mi pecho hasta mis hombros, tómame con fuerza y aproximarte a mí, para hacerte mío, para sentir tu piel desnuda contra la mía.
Ven hacia mí, ven a sentirme, ven a sentir mi calor, ven a descubrir nuevas cosas con mi cuerpo, usa mi cuerpo, ven a transformar tus pensamientos en los míos.
Quiero abrazarte y besarte en todo el cuerpo, recorrerte suavemente por tus oscuros rincones, por tus montes, por tus llanos.
Dame tu piel, dame tu aliento, envuélveme con tus brazos, y hazme tuya, gime para mí, hazme gemir, pídeme siempre más. Quiero sentir tu cuerpo vibrando contra el mío, quiero sentir tus gemidos al ritmo de mi respiración.
Ven toma mi mano y sigue mi juego, sígueme y no te detengas, no dejes que me detenga, solo siénteme, mis caricias, mis besos, mis manos. Cierra tus ojos y siente como conquisto tus zonas inexploradas, dámelas, concédemelas, déjame saborear tus manjares, beber de tu miel hasta saciarme, hasta hacerme adicta a ella, para no detenerme en este vaivén.
Y yo solo sigo con mi sinfonía, haciendo de director de esta obra, empalmando cada nota para que sea una complacencia para tu cuerpo vibrante, para mi cuerpo ansioso que se aproxima a la desesperación, que lo inunda el deseo, que quiere ser invadido en lo profundo, que quiere que se libre una fuerte batalla entre pieles.
Siénteme, ya estoy en tu jardín que alguna vez fue de otras, pero te aseguro que jamás había sido visitado con el deseo, pasión y sentimiento que yo te entrego. Ya estoy alimentándome de tu esencia, de tu miel, mientras acaricias mi cabello y me nutres, mientras me das tu savia, después de todo, eres mi ambrosía de fuerza y de vida.
No te pido más, no necesito más para sentirme honrada, me diste tu cuerpo, y tu querer, me diste tus quejidos, no necesito más, ya eres mío para siempre, con eso me basta.
Dame ese espacio en tu vida, en tu ser, en tu interior, dame ese espacio para cuidarlo con delicadeza, con pasión.
Luego llega el despertar para este sueño y seguiremos hacia el Edén que independientemente ambos hemos escogido. Solo me queda esperar volver a soñar.
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