Mi dueño, me saca del bolsillo.
Abre, la cerradura de su casa, entra en la cocina, nos deja encima de la encimera.
Nos parece extraño, siempre nos deja, en el comedor al calor de la madera, de la coqueta.
De repente. una naranja se nos hecha encima y nos empuja al barranco. caemos al suelo, nadie nos hecha de menos, mientras cuenta los huevos, un zapato nos empuja a la oscuridad que yace debajo del hueco de la encimera.
Pasan las horas, el frio del terrazo se nos hace eterno. Por fin . Nos echa de menos.
Busca en el comedor, luego en los bolsillos, en los cajones, debajo de las camas, oimos sus gritos.
Rebusca en la basura, pregunta en los bares, interroga a los vecinos.
Decepcionado, enciende la luz de la cocina, sus manos se apoyan en el terrazo, asomando esos ojos, llenos de esperanza de fe.
Que nunca olvidaremos, como el rescate mas emocionante de nuestras vidas. |