Breve poesía a la música
Desde que tengo memoria, jamás vi una poesía dedicada a la canción.
Mi amor por la poesía, ya viene de mis ancestros, con ello no busco gloria
Sino es para que los hombres, sepan de la música, y una bella entonación.
Es mi temperamento, sutil y extravagante, pues algunos me dicen que vivo entre dos mundos.
Y si es así, es porque amo el mundo sutil ingrávido y musical.
Las notas cuando se perfilan en un gran conjunto melodioso.
Es como una obra de arte, pintada entre pompas de ilusión.
Ellas se elevan a lo alto, alcanzando hasta el sol, y el cielo se tiñe de notas en melodía de una vieja canción.
Ellas se elevan a lo alto formando un diapasón, y en mis quimeras sueño con elevarme con ellas y tararear una melodía, mera ilusión.
He visto músicos con garras como fieras, en pos de la lírica.
Como así también música de marranos, que nos quita la ilusión.
La música es fiebre que emana del corazón, y enerva el espíritu.
Es la mano piadosa, que acaricia una guitarra como a una dulce mujer.
Es la virtud echa proeza, es el que le da a nuestra vida, alegría y paz.
Mientras la melodía, abre nuestros oídos, con un deleite magistral
Música es la alegría que alivia nuestro corazón.
Es la que desarruga, el ceño hasta el más viejo gruñón.
Es como el agua para el sediento, como comida para el hambriento.
Si la música nos llena de energías, cantemos todos a coro, ella nos dará valor.
Y así termino esta épica, con la virtud que alegra mi corazón.
Ella es la luz que me ilumina y llena de poesías mi corazón.
Raúl Amador Irusta
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