Soy protagonista de esta historieta,
actor de la vida, héroe de tragedias,
villano quizás de esta novela...
Mi vida entera ha pasado y
de mi juventud ardiente como el fuego
queda la decadencia que los años han dejado.
El espejo me refleja a un payaso triste
que esconde entre risas, el sinsentido del tiempo
oculta en sus ojos tan profunda pena,
y en lugar de actuar se pierde en quimeras,
quiere aún navegar en mares por lares ignotos
en una barquilla… cargada de sueños,
y por cielos de tinta rumbo a las estrellas.
Por qué mi Dios siendo tan bueno
nos ha asestado con la cruel vejez.
Aún quiero vivir, se me ocurren cosas y
río sin motivos, quizás por inercia
para aparentar una risa hueca…
La tristeza es tanta bajo mi careta
que a veces lloro narcisos y elegías...
Son mis cantos hondos como mis querellas,
abismos de cansancio, aprendiz de poeta
que en su voz requiebra su vil fortaleza
y en el fondo es un triste payaso.
La vida es un carnaval
y marionetas somos en ella
donde Dios nos mando a sufrir
para hacer reír a los demás con el alma herida.
Cuando los años nos agobian, ¿la ciencia?
Que con sus adelantos nos permite vivir más
y seguimos con la risa al evitar nuestro paso
en pos de la tumba fría.
¿Por qué la vida? ¿Para qué la vida?
Nos preguntamos al final de la jornada.
Ya viejo soy clown triste, sin gracia, sin chiste,
alguien que maquilla su alegría incierta
en esta longevidad ingrata
que del tiempo vivo hace horas muertas,
y enturbia de luto el lugar que él llega.
Soy protagonista de esta historieta,
actor de la vida, héroe de tragedias,
villano quizás de esta novela...
La que se termina cada vez que empieza.
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