Mis queridos amigos:
La vida tiene muchas facetas, como lo comprendieron los poetas malditos: Baudelaire que alabó a Satán, Rimbaud que supo lo que era estar en el infierno en vida. De igual manera muchos seres viven su existencia como si fuera un alegre carnaval, payasos con careta de alegría que no sienten el paso del tiempo ni remordimientos, tal fue el caso de mi conocido, el ingeniero Efraín Porter Ponce (Chihuahua 1921 – Atlixco, Pue. 2012), que vivió y gozó y se murió a los 91 años, ahíto de placeres, siempre con su arrolladora simpatía. Él fue mi amigo, y haciendo eco a sus palabras escribí la siguiente confesión. Sé que él estaría de acuerdo y más que nada porque va en contra de lo establecido por las buenas conciencias. Vale.

Confesión

En mi juventud,
ardiente como el fuego
rugieron las pasiones.
Deje de creer en la iglesia
y en su Cristo de madera.

La vida era tan bella
llena de mujeres fáciles
que prometían amor eterno.
Y éste duraba
menos que mi dinero.

Noches de orgia y desenfreno
llenas de whiskies y placeres.
¡Qué la verdad y el cariño!
Mentiras y más mentiras
lo que existía era el gozar y nada más.

Satán cuida a sus hijos
entre más en la canalla
más dinero ganaba.
Fui rico y pecador
ahora tristemente sólo soy rico.

¿El diablo existe?
¡Claro qué no!
El cielo y el infierno
están en ti, en tu alma
que peca o se mortifica.

Las buenas conciencias
me toleran por hipocresía.
No soy un modelo a seguir,
me gusta la belleza y la poesía
que acaso me redimen.

No estoy arrepentido de nada.
He tenido suerte en mi vida
mi juventud desordenada
es un gran consuelo en mi vejez.