ESPEJISMO EN EL OASIS
Era temporada de vacaciones y Amalia había planificado un viaje, quería experimentar el misterio de un Oasis en el Desierto, por donde pasaron muchos seres antiguos dejando sus huellas con sus leyendas e historias místicas, mientras preparaba sus maletas su pensamiento estaba como sumergido en una laguna de aguas tranquilas, se duchó, tomó un té, y puso su auto en marcha hacia el aeropuerto. Después de varias horas de viaje llego a una posada turística, descansó y rentó un vehículo tubular y lo puso en marcha, mientras conducía miraba la gran sabana de arena, que con las hebras del sol y su etéreo esplendor daban la sensación de ser como un inmenso lago; hizo su paraje en un paradisiaco oasis con una fantástica laguna con un fascinante encanto de aguas tranquilas, rodeada de palmeras y tunas con una exuberante vegetación, que por la emanación de aguas subterráneas lucia un hermoso color esmeralda brilloso que parecía una inmensa joya dentro de la naturaleza, a todas estas las aves migratorias iban y venían con sus melodías, se abastecían de la vegetación, descansaban para seguir su vuelo, igual como lo hacia el antiguo viajero que con sus caravanas hacia su paraje se abastecía de las provisiones, descansaba y seguía su camino, era como un ir y devenir dentro de la vida.
Amalia disfrutaba de la exquisita y fascinante belleza natural, cuando sorpresivamente vio a un ser que no supo de donde salió e igual que ella contemplaba el paisaje de ese maravilloso lugar, entablaron una conversación y él le dijo que él estaba allí disfrutando de los pequeños destellos de felicidad que le obsequiaba la vida, porque aun estamos en este mundo pero no le pertenecemos, que la tierra no era del hombre, que el hombre era de la tierra, que estábamos de paso, que veníamos a cumplir una misión, para regresar y volver las veces que fueran necesarias, hasta llegar a la perfección, ella lo oía embelesada y enternecida, era como que estuviese hablando con su padre, su voz era vibrante y sus palabras se desencadenaban con el poder de la elocuencia, instantáneamente cambiaron de conversación, porque él tenía una facilidad de cambiar de tema que lo hacía refrescante, inesperado e inagotable, y empezaron hablar sobre el oasis y el afloramiento de las aguas subterráneas, él le decía que allí el acceso de agua lo es todo y la posesión de la tierra no es nada, mientras conversaban fueron pasando las horas y al caer la tarde el día empezó a desdibujarse y fue formándose un inapreciable y elíptico crepúsculo que poco a poco empezó a desvanecerse y el cielo nocturno empezó a mostrar un bello panorama de una explosión de luces de un cielo estrellado, con una deslumbrante luna que de tan amarilla parecía oro, era como hubiese sido hecha de fuego, continuaron hablando y ella tenía un libro dorado en sus manos y una brisa repentina como misteriosamente hizo que se le callera y se desprendieran algunas hojas, que se fueron volando con el viento, y en el momento que ella se inclinó a recogerlo sorpresivamente él empezó alejarse, a media que se iba alejando daba la sensación de que se iba sumergiendo dentro de un gran lago, y su figura se iba desvaneciendo lentamente, hasta desaparecer por completo, y a lo lejos ella veía como una ciudad flotando en un inmenso mar, repentinamente su mirada fue atraída hacia las palmeras que se veían como que estuviesen reflejadas sobre el agua.
Amalia tomó su vehículo para regresar a la posada y se dio cuenta que había tenido una visión óptica de un espejismo de un paraíso de una ilusión, como lo es la vida.
F I N
Cuento de fantasía por:
Mayte Moreno
29-04-2014
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