Lánguidamente había vencido el primer año de estudio en esta universidad de san Marcos, solo se habían leído en sus aulas determinados cursos preparatorios y de escasa importancia, luego que el padre maestro San Martin comenzó a intervenir en su organización, obtuvo que la comunidad Dominicana conviniese en contribuir al sostenimiento de dicha institución, con una renta anual que se fijó en 350 pesos de oro, suma apreciable para aquella época y más si se tiene en cuenta que la situación económica de la orden no era a la sazón muy holgada, puesto que sus ingresos ordinarios soportaban aun las consecuencias de las tiránicas depredaciones de Carvajal y de sus huestes.
Desgraciadamente todas las actividades del insigne fundador de esta universidad de san Marcos, quedaron más o menos esbozadas y en embrión, pues cuando más le preocupaba el éxito de esta institución educativa esperando verla surgir en breve con la lozanía que bien se merecía, esta universidad tan nueva y peregrina en estas tierras y donde sus pobladores hasta entonces solo habían entretenido sus ocios con conquistas sangrientas y guerras fratricidas, vino la muerte a cortarle el ímpetu poniendo fin a su días en marzo de 1554, con el sentimiento más espontaneo y sincero de toda la ciudad fue sepultado en la iglesia de su convento que él había edificado en gran parte (21).
Con el inesperado deceso del padre maestro fray Tomas de San Martin, la organización de la universidad sufría ruda prueba y debido a ello no pudo regularizar sus funciones y actos aquel año, ni en los dos subsiguientes pues los de 1555 y 1556 transcurrieron a través de sus aulas tardos e incoloros, no se lograron en ellas mayores progresos ni alcanzo su influencia a reflejarse en el medio, recién el año 1557 salía ya de su marasmo e inacción y comenzaba a cobrar la importancia que de su erección otrora se esperara, se celebró a mediados de julio de aquel año el cuarto capítulo provincial de los Dominicanos en el Perú, entre las disposiciones y ordenanzas que en él se sancionaron se tuvo en cuenta a esta real universidad, de su definitiva organización y futuros progresos, ya que de su feliz éxito tan interesada estaba la orden religiosa que lo cobijaba en los claustros, así como la propia ciudad de los Reyes que veía en el al germen de su futura grandeza.
Se reformo en efecto las cátedras menores que comprendían el curriculum artium, se ampliaron los cursos de teología que regentara hasta entonces el padre fray Rafael de Segura(22) quien había venido actuando en el desde 1554, aunque con muy corto y limitado concurso debido acaso a la falta de estudiantes preparados(23) sin duda con el propósito de mejorar la marcha de dicha institución y de prestigiarla se acordó entonces que el rectorado de la universidad lo ejerciesen los priores del convento del Rosario, siguiendo en esto la practica ya establecida en otros centros de estudio de la orden(24) con reconocido provecho porque contribuía a alejar de las aulas las banderas y luchas eleccionarias y seleccionaba a su vez el rol de la prelacía, poniéndola siempre en manos de frailes letrados.
Era a la sazón prior del convento del Rosario el padre fray Francisco de San Miguel(25) y como tal asumió el rectorado en 1557, comenzando a realizar las reformas acertadas que al fenecer su periodo prioral en 1559, ya la universidad estaba organizada y funcionaban sus cátedras con mayor regularidad; es entonces que don Andrés Hurtado de Mendoza el primer marqués de Cañete, tercer virrey de este reino penetrado de la obligación en que su majestad estaba de amparar y sostener esta casa de estudios generales, le situó por vía de propios 400 pesos de oro de la real hacienda, despachando su real provisión el 18 de agosto de 1557, que entre otras cosas dice “acatando el bien y utilidad para el ennoblecimiento de este reino, de tener su propia universidad y se vean las artes y las ciencias, que ello sirva a Dios nuestro señor y a su majestad el Rey, por virtud de sus reales poderes que para ello tengo señalo y situó perpetuamente los cuatrocientos pesos de renta(26)
Procedía fray Francisco de San Miguel de la isla de Santo Domingo, cuyos conventos Dominicanos integraron un tiempo con los de nueva España la provincia de Santa Cruz de las indias, allí vistió el habito de la orden(27) en su oportunidad intervino en las humanitarias campañas que los beneméritos frailes de aquella provincia(28) llevaban a cabo en la isla Española e islas adyacentes a favor de la libertad y buen trato a los naturales, luego paso a servir al priorato del convento de la ciudad de México siendo uno de sus fundadores, y el primer prelado que la gobernara canónicamente, habiéndose creado años más tarde la nueva provincia de Santiago, con los conventos fundados hasta entonces en la nueva España, el padre San Miguel fue electo provincial de ella el año de 1534; fenecido su periodo de gobierno, se dedicó a predicar por diversas regiones y comarcas pues tenía para ello singulares dotes(29) años más tarde resolvió venir al Perú, con licencia de sus prelados bajo a tierra firme el año 1546, encontrándose en Panamá con el licenciado don Pedro de la Gasca que venía a pacificar estas provincias, de la Gasca era un perspicaz político y entendió que podía sacar buen partido de la autoridad y prestigio del padre San Miguel, para este efecto le facilito el viaje a este reino enviándolo con muchos despachos e instrucciones secretas para los leales, con amplios perdones para los rebeldes(30) la misión que lo traía al Perú no paso tan desapercibida más cuando Carvajal ya experimentaba los efectos de las arteras maniobras que el licenciado de la Gasca venia poniendo en juego, pronto pues se puso al acecho el feroz Carvajal y muy mal le hubiera ido al padre San Miguel, pero un indio Chimú lo escondió en las ásperas montañas de Olmos, cobijándolo en una desapacible cabaña y haciéndolo participe de su frugal sustento(31) pues Bartolomé de Villalobos teniente de Gonzalo Pizarro en san Miguel de Piura ya trataba de detenerlo y de ejecutar en el las drásticas órdenes del sanguinario maestre de campo Carvajal(32).
Poco más de un año se mantuvo recluido en aquel yermo, sufriendo las incomodidades y peligros inherentes a esa vida, solo salió a un poblado cuando su bienhechor pudo indicarle que el licenciado don Pedro de la Gasca se encontraba ya victorioso en esta ciudad de los Reyes.
Afiliado a los Dominicos en el Perú, el capítulo que esta celebrara el año 1548 lo asigno al convento de esta ciudad de los Reyes, aquí lejos ya del trafago y de las zozobras en que ocasionalmente lo enredara la turbia política del licenciado de la Gasca, comenzó a ejercitar su ministerio con el sosiego y la quietud que requiere la vida monástica, actuó como definidor en los capítulos provinciales de 1553, de 1560, de 1563; en 1559 fue prior del convento de la Plata en las Charcas, en 1561 sucedió en el provincialato al padre Gaspar de Carvajal, otrora célebre por su intervención en la búsqueda de la canela con Orellana, que dio por resultado el descubrimiento del rio Amazonas(33) concluido su periodo de gobierno en 1565 y ya viejo y cansado, acabo por retirarse a la vida privada recluyéndose en una celda del convento del Rosario, donde acabo plácidamente sus días el año de 1577(34).
Al benemérito padre San Miguel vino a sucederle en el priorato del convento del Rosario y en el rectorado y régimen de estudio de la universidad el padre fray Tomas de Argumedo, quien ejerció ambos cargos desde 1559 hasta 1562 actuando en ellos con singular acierto, pues en su tiempo se incrementaron no poco los estudios, habiéndose incorporado muchos sujetos seculares graduados en diversas universidades de la península, las disciplinas y usos escolásticos comenzaron a tomar forma y a desarrollarse de acuerdo con las tradiciones universitarias Españolas.
Aunque no se puede precisar la fecha en que el padre Argumedo salió de España, se puede deducir que vino al Perú coincidiendo con la azarosa época de las guerras civiles y rebeliones armadas, que a raíz de la llegada de Núñez de Vela y de la promulgación de las severas ordenanzas de Valladolid estallaron en todo el país, entre los años 1544 y 1548 pues en diversas escrituras que en los años anteriores hubieron de ir otorgando los frailes Dominicanos del convento del Rosario, no figura este religioso entre sus capitulares(35) aunque se puede argüir que por aquella época pudo morar en otro convento, ello es lo menos probable por tratarse de un fraile docto cuyas letras encontraban indudablemente aplicación en esta capital del reino; pero sea de ello lo que fuera lo cierto es que cuando fray Tomas de San Martin volvió de España, y en 1554 comenzó a organizar la universidad, uno de los religioso que a ello contribuyo fue el padre Argumedo, a quien se le encargaron algunas cátedras, en 1557 lo encontramos regentando la de teología probablemente como sustituto del padre Segura, quien fue el primer catedrático de aquella ciencia(36).
Actuó como definidor en el capítulo provincial de 1557, en aquella asamblea se promulgaron las letras patentes del Rdmo maestro general de la orden que le conferían el grado académico de presentado, que equivalía al de licenciado o bachiller siendo el primer religioso de su orden que lo obtuvo en el Perú(37) más tarde en la congregación provincial intermedia que el año 1559, celebro en el convento del Rosario de Lima el padre fray Gaspar de Carvajal, lo nombro predicador general por el convento de santo Domingo de Potosí, ese mismo año se le nombro prior de su convento donde logro vigorizar en breve la disciplina monástica, hasta entonces bastante descuidada porque los frailes andaban de ordinario fuera de sus claustros, ya que las guerras civiles habían infiltrado su veneno en todos los estados, muy considerablemente en el eclesiástico alentando en clérigos y frailes la insubordinación, la codicia y cierto espíritu aventurero y tornadizo(38).
Ponderando pues la trascendencia de aquellas reformas y recordando los días idos de su juventud, decía años más tarde el Rdmo Lizárraga “fue prior de esta casa el muy religioso maestro fray Tomas de Argumedo, varón docto y de mucho ejemplo el cual el año 1560 me dio el habito, este religioso varón fue el primero que en nuestro convento comenzó a poner orden en el coro, que hasta entonces no lo había por no haber religiosos que la sustentasen, en pocos meses tomamos más de 30 el habito con los cuales y los demás sacerdotes del convento, se comenzó de día y de noche, como en el más religioso de España a guardar la observancia de la religión(39) acabo el padre Argumedo su periodo de gobierno en 1562, entonces o poco después debió tornar a España o alguna parte de las indias, donde acabaría en paz sus días pues en ninguno de los capítulos provinciales del Perú aparece denunciado su fallecimiento.
(21)- se dio sepulcro a su cuerpo sobre las gradas de la capilla mayor, junto a la peana del altar, al lado del evangelio, Meléndez- tesoros verdaderos de las indias tomo I libro II pág. 142.
(22)- quien fue el primer catedrático que leyó teología en esta universidad, antes que este se organizara dictaba ya el curso a los estudiantes del convento del Rosario, en la congregación provincial intermedia que celebro el padre fray Gaspar de Carvajal en el convento del Rosario de Lima, en setiembre de 1559 el padre maestro Segura fue asignado al convento de Quito, para que organizase allí los estudios. Meléndez- tesoros verdaderos de las indias tomo I libro IV pág. 386.
(23)- y es de advertir que las demás órdenes religiosas establecidas en Lima, siempre se mostraron hostiles a esta universidad.
(24)- como en Ávila, Pamplona, en Santa Fe y en la Española.
(25)- había sucedido en el cargo al padre fray Juan Bautista de la Roca, quien la obtuvo durante el trienio de 1553 al 56.
(26)- Meléndez, tesoros verdaderos de las indias tomo I libro II cap. X pág. 185.
(27) – dice el maestro Meléndez que fue el primogénito de aquella provincia; del libro tesoros verdaderos de las indias tomo I libro IV pág. 390.
(28)- a ella pertenecía el Rdmo don fray Bartolomé de las Casas, quien solicito ahí el habito de la orden, cautivado por la actividad con que sus frailes defendían a los naturales.
(29) – y dice al intento el Rdmo Lizárraga “le dio nuestro señor este don, tenía en su mano al auditorio para alegrarlos, o para compungirlos y hacer derramar lágrimas. Del libro descripción y población de las indias libro I, cap. XXVI Lima 1908.
(30)- Diego Fernández el palentino en su historia de las indias parte I libro II pág. 77.
(31)- y en recompensa del beneficio que recibiera de aquel, consiguió que el licenciado la Gasca exonere al indio y a sus descendientes del pago de los tributos. Meléndez tesoros de las indias tomo I libro II.
(32) ver diego Fernández el palentino, parte I cap. 32 de la historia de las indias.
(33) el padre Carvajal escribió la relación de aquel viaje, y habiéndose mantenido ella inédita por más de tres centurias, don José Toribio medina lo edito en Sevilla en 1894, a expensas del duque de serclaes de tilly. Ver Angulo, de la orden de santo domingo pág. 48, Lima 1908.
(34) ver Meléndez tesoros verdaderos de las indias, tomo I libro IV pág. 387.
(35) ni aun en 1545 año en que se otorgó la escritura de enajenación de la capilla de san Jerónimo a favor del conquistador Jerónimo de aliaga. Ver revista del archivo nacional tomo II.
(36) véase la nota 23 de esta monografía.
(37) ver Meléndez tesoros verdaderos de las indias, tomo I libro IV cap. VII pág. 385.
(38) y como la dilatada extensión de la diócesis y los difíciles medios de comunicación contribuyeron a propagar aquellos abusos, fue menester que el rey despachase diversas cedulas, encargando a los obispos que contuviesen a sus súbditos, ordenando a las audiencias y jueces reales que remitieran a la península “a buen recaudo” a todos aquellos clérigos vagos y frailes apostatas que pululaban por las doctrinas y asientos mineros, alborotando a los indios y fomentando pendencias; ver cedulario arzobispal de lima, tomo III y siguiente de la revista archivo nacional del Perú.
(39) ver Lizárraga descripción y población de las indias, libro I cap. XXVI.
|