Y de un momento a otro, sin ninguna razón aparente, mientras comía arroz con guiso de salchichas y papas, sintió un estremecimiento y unas grandes ganas de llorar.

No sabía a ciencia cierta que estaba sucediendo. En unos días más seria su cumpleaños, y nada más.

Entonces, ¿acaso era el menú, una reminiscencia de su remota infancia, el detonador para el sentimiento?
Se rehízo y decidió que jamás volvería a pasar.

Aunque las reminiscencias fueran tan fuertes como para oprimir una y otra vez su extraño y solitario corazón.

Después de todo, mañana seria otro día.