Aceptándome.

Tengo 34 años. Soy un hombre serio y respetable. Al menos la parte visible de mí. La otra parte no es menos respetable, pero es la parte que no aparece.

La parte que buscó una muerte joven, que quiso ser Luca, la parte que tomó gin hasta desvanecerse. La parte que corrió a velocidades imposibles. La parte que fue promiscua e irresponsable. La parte que perdió su virginidad una noche en París, a los 17 años, con una prostituta negra. La parte que se escapó de su casa a los 19 años para estar dos semanas con una mujer diez años mayor. La parte que quiso ser como un Freddie y llevar una prostituta al teatro. La parte que siempre buscó lo que nunca encontró.

La parte que caminó sola por lugares peligrosos, esperando matar o morir a mano limpia. La parte que pudo escribir más, pudo disfrutar más, pudo tirar más. La parte que se liberó y fue capaz de hacer al menos una película y leer sus artefactos en público, en días que tuvo menos miedo de ser.

La parte que nunca hizo nada memorable que justificase una muerte joven. La parte que luchó por cambiar el mundo y se cansó. La parte agotada de mí, agobiada por la lucidez de mi persona, que sabe que por más que lo intente, todo seguirá igual. La parte que regaló su tiempo y juventud a causas que ahora no la extrañan.

La parte que decidió sentarse en un trono inventado y mirar hacia abajo al resto. La parte que siente que pocas veces encontró alguien a la altura de sus conocimientos. La parte que ha leído tanto sobre tantas cosas, que sabe de todo tanto y sólo pudo hacer tan poco.

La parte que fue insurgente, que organizó protestas, que pensó toda una teoría de la violencia. La parte que se sintió heredera de una causa invencible. La parte que fue política pero que nació o 10 años antes o 10 años después, siempre fuera de su tiempo.

La parte que nunca perdió una elección, pero que tuvo derrotas colectivas. La parte que fue amada por muchos.

Esa parte es la que me gustaría empezara a dejar de existir. Que se quedara como un reflejo en la memoria. Es la parte que debe aceptarse y dejarse ir.