La voluptuosidad oceánica
se sumerge en la arena.
Buscando abrigo,
un refugio de las violentas
olas que la signan
y la nombran.
-La luna resalta,
en lo íntimo de la playa
Algunos caracoles-.
El mar es eso
Que es de todos
y de nadie.
Una fiebre de sal
el sabor de lo Uno,
de lo Humano.
(Eso también se siente
en el crepúsculo de la
Pampa. O en el recuerdo
de una carta olvidada
y sellada,
en un cajón).
Estos versos,
buscan quizás,
imitar el ritmo
de la marea.
Texto agregado el 25-04-2014, y leído por 181
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