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" ....Me casé con Anne porque era un ángel y ese ha sido precisamente el motivo de nuestro divorcio. Creí que estaba buscando el amor hasta el día en que me di cuenta de que lo único que deseaba era huir de él...."

El amor dura tres años, una famosa teoría plasmada en un libro, que básicamente nos muestra que durante el primer año de matrimonio, todo es pasión y entrega. El segundo año, predomina la ternura, lo más aproximado a la definición de amistad, pero aún con un toque de respeto a la pareja. Y al tercer año, se pierde el respeto y la infidelidad es una tentación latente, debido a que predomina la monotonía conduciendo a la pareja a un abismo de aburrimiento total, cuyo único deseo es escapar, huir, en búsqueda -quizás- de nuevas emociones.

¿Y entonces? ¿Para qué contraer matrimonio? Si el ser humano, nació para ser libre.

¿Y al final qué queda? La triste lección de que el amor termina mucho más antes de lo soñado, mucho más antes de lo que queremos creer.

Tratar de revivir el fuego constantemente es negar que el amor es un combate perdido de antemano.

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