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Inicio / Cuenteros Locales / JorgEnrike03 / 3.) Monedas recuperadas

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Hace un lustro, había un coleccionista de monedas que las guardaba en dos jarrones, con flores artificiales, envueltas en funda negra. Estas vasijas se las había comprado a la señora Inés, quien era la esposa de uno de los empleados de la empresa, cuando este coleccionista laboraba en otra ciudad.

Este coleccionista las guardaba en dichos jarrones y no en los cajones del escritorio, porque de ahí, poco a poco, desaparecían las monedas, las cuales estaban dentro de un álbum.

El coleccionista, cada semana, revisaba sus monedas y añadía otras nuevas, de acuerdo al año de expedición, hasta que un día se dio cuenta que los floreros no estaban en el lugar acostumbrado, por lo que, se imaginó lo peor, y de inmediato se puso a revisar y cayó en cuenta que le faltaban algunas monedas.

Preguntó a su familia, esto es: a su esposa, su hija é hijo, si acaso uno de ellos habría cogido “prestado” algunas monedas, a lo que su hija preguntó: “¿Y a dónde las tenía, papito?” Su hijo dijo que no sabía ni había visto ninguna moneda y su esposa, un tanto molesta, dijo: ¡Ni sé en dónde tienes guardadas esas monedas! ¡Y a mí, ni me preguntes!

Entonces, esto está más claro que el agua del estero que bordea la ciudad. Sólo faltaba preguntar a un quinto miembro de la familia que convivía con ellos: la abuela materna. Pero ella ya se había ido a dormir temprano, sin dar opción a preguntarle.

Al día siguiente, la abuela materna había salido temprano a comprar, pero ella se había “olvidado” de algo: No le había cerrado el candado al cajón que tenía debajo de su cama, y ¡Oh Sorpresa!, dentro del cajón estaban las dos fundas negras con las monedas de la colección, por lo que el coleccionista recupera las monedas que estaban dentro de los jarrones, envueltas con las fundas negras.

Pasaron los minutos, horas, días y ni un reclamo, de parte de la abuela materna, por la supuesta “desaparición” de las monedas de su cajón.

Era obvio, no podría hacer reclamo alguno de algo que no le pertenece, puesto que, si lo hubiera hecho, estaría admitiendo que ella las habría cogido dentro del florero, porque además, junto a las monedas estaba la lista de esas monedas, escritas con puño y letra del dueño.


Fin

Texto agregado el 22-04-2014, y leído por 62 visitantes. (0 votos)


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