Texto participante en el RETO DE LITERATURA FANTÁSTICA XXII

Tema: Entrevista Fantástica.

Como en libro Entrevista con un Vampiro de Anne Rice, crear un dialogo en el que entrevistemos a un personaje literario o en el que este personaje se confiese



PROTOTIPO INICIAL


¿Es usted (…) ¡Oh! Buenas tardes. Pase, por favor; le estaba esperando. Mi padre no está en casa en estos momentos y puedo atenderle. Disculpe, ¿de dónde dijo que era?(...) ¡Ah, sí, Italia! Ya lo recuerdo. Ojalá pueda viajar allí algún día (…) Gracias por la invitación, es muy amable. Siéntese, por favor. ¿Quiere algo de beber?(...) ¿Agua? Sí, en seguida se la traigo.

(…) ¡Ya lo ve! Mi padre es un artista; y, como tal, también es muy sensible. Por eso es muy importante para mí que todo lo que le cuente no llegue nunca este país. Le rompería el corazón, y lo quiero demasiado como para hacerle daño, ¿comprende?... ¡Júreme que esta entrevista no saldrá de sus fronteras! (...) ¡No! No, quédese, se lo ruego. Lo entiendo, y correré el riesgo. Después de todo, no pretendo otra cosa que advertir a otros de lo peligroso que es desear algo sin saber. ¿Sabe lo que he luchado por ser como soy, para descubrir luego que cuanto anhelaba con tanto ahínco era una porquería? ¿Se puede hacer una idea de lo frustrante que es…? Es como adoptar la mascota soñada y enterarte cuando la tienes en casa de que eres alérgico a ella; o comprar el artefacto que más falta te hacía y, al desembalarlo, descubrir que está roto; o ir al espectáculo que ha recibido las mejores críticas, y a los pocos minutos estar aburriéndote en tu butaca como una ostra. Así me siento yo, sólo que la mascota la regalas, al objeto lo devuelves y del espectáculo te puedes marchar, y de todo sólo te queda la desazón, mientras que yo tengo que seguir cargando con esta tortura sin poder dar vuelta atrás.

(…)¿Sigue sin entenderme...? Supongo que es lógico. No creo que pueda ponerse en mi lugar a menos que sepa que yo… no “nací” siendo humano (…) No, yo era otra cosa. Veía y oía, y podía moverme con soltura, pero no podía oler una flor, ni degustar una comida, y mi sentido del tacto era “limitado”, por decir algo. Y, lo que creía lo peor de todo: no crecía (o, mejor dicho, sólo una parte de mi cuerpo se alargaba según qué cosas dijera, pero eso es aparte… una broma cruel del que pretendía enseñarme a ser “bueno”. Está claro que a político no iba a llegar con eso que era peor que un tic nervioso y delator…) . Todo esto me hizo perseguir la meta de querer ser “humano”. ¡Menudo iluso era! (...) Al contrario, mi padre me quería como era, no necesitaba que fuera de carne y hueso. Ni siquiera pretendía que fuera una estrella –y eso que estuve a punto de serlo, de no haber sido por mi agente, que era un explotador-. Mi pobre padre sólo quería que fuéramos felices juntos, pero eso a mí no me bastaba. Yo quería ser aceptado por los demás, tener amigos de verdad (y no los rudimentos de mi imaginación paranoide). Creía que siendo como ellos y participando en sus gamberradas contarían conmigo. Vuelvo la mirada y me doy cuenta que fui un idiota…

(…)¿Cómo me transformé? No sabría decirle. Según mi padre, intercedió una dama de azul que atendía a sus deseos (…) Sí, en cualquier otra circunstancia afirmaría que era mi madre, pero, cuando uno no viene al mundo siendo hombre, sabe que ningún vientre materno le pudo dar el ser.

(…)¿Que por qué digo que ser humano es horrible? Eso se debe a que usted ha vivido –y vive- la experiencia de ser una persona. Yo, que de origen he sido diferente, sé de qué hablo (..). Aún recuerdo la primera cena que disfruté con mis recién estrenadas papilas gustativas. ¡Fue una experiencia inolvidable! Comí con una glotonería animal cuando, antaño, sólo me limitaba a acompañar a mi padre y verlo comer. La sensación de hinchazón y saciedad fueron de lo más gratificantes y los eructos, bueno, eran divertidos me permitían paladear nuevamente algunos sabores. Sin embargo, al día siguiente, empecé a arrepentirme tan pronto intenté abrir los ojos. ¡Tenía los párpados pegados! Fue todo un trauma para mí saber de las legañas, y de todas las demás sustancias desagradables que genera el cuerpo de una persona: mocos, sudor, cera de oídos, saliva, ¡y hasta pelusa de ombligo! (...) Sí, sé que eso no es fisiológico, pero es como si lo fuera. Y si eso es desagradable, qué podríamos decir de los olores… El peor con diferencia fue de mi primera visita al baño. Mear no fue la gran cosa, resultó casi lúdico y aliviaba en gran medida, pero cuando tuve que ir de vientre… ¡Qué horror! ¡Y qué peste! Al cabo de un tiempo me acostumbré, pero me costó mucho…
Además, todas esas rutinas de higiene diarias, cuando antes con una capa de lustramuebles semanal bastaba. El pelo de la cabeza, todos los días hay que peinárselo; los dientes, tan blanquitos… para que se queden así, hay que cepillarlos ¡constantemente! Y lo de las uñas… eso no tiene nombre. Las cortas y salen volando por ahí de golpe y terminas con restos de garras por medio aseo… A esta piel se le pega toda la mugre. El cabello se engrasa. Y lo de tener que usar ropa en lugar de llevarla pintada. No vale la pena enfrentarte a una ballena para esto, eso se lo aseguro. Si pudiera elegir, no volvería a hacerlo.

(…)¿Ya tiene suficiente material? ¿En serio? Bueno, usted es el profesional (…) ¿Un alias para publicar la historia? Claro, déjeme pensar… Antes de que mi padre me diera un nombre real, yo era su “Prototipo Inicial”, y de cariño me llamaba PIN (…) Bueno, no era tan “inicial”; fui su octavo proyecto: PIN-8 (…) ¿Qué fue de los anteriores siete? No lo sé, nunca he preguntado (…) Sí, la chimenea de casa es preciosa, de mármol veneciano… Aaaah, ya entiendo su punto…

Ahora que lo pienso, no es tan malo haber dejado de ser un muñeco de madera.



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