Con la mirada perdida y los ojos quietos cazó un pensamiento que volaba alrededor y sumbaba en su oído.
El pensamiento tenía una ideología rara, decía que era Cupído, un angel amoroso encargado de encantar a las personas para que se enamoren entre si.
Inconvenientemente el pensamiento echó raíces y se arraigó en su corteza cerebral, tomando como primer necesidad hechizar amorosamente a todos, luego vendrían las básicas como vestirse y comer.
Al tiempo, cupido no encontraba amigos o conocídos solos, sin una pareja para pasar el tiempo o hacer el amor. Todas las personas de su círculo contextual encontrábanse dobles, nadie caminaba induviduál en la calle, nadie salía individual de su casa, todo se hacía en pares.
Su trabajo llegó a tal extremo que no existía hombre en la tierra que no tenga pareja, esto abolió las teorías de que había en el mundo una mujer para cada hombre, porque faltaba cupído, él no tenía cupída que le haga felíz, no aparecía pensamiento que se apodere de alguna mujer y haga una metamorfosis.
Para él no hubo nunca una mujer, y sintió siempre la tristeza de la falta de una pensamiento igual.
Existe siempre la posibilidad de que un pensamiento cambie una personalidad, pero nunca que una personalidad cambie un pensamiento, quizá por eso somos impares en el mundo y alguien como tú o yo se quede solo.