Muchos de ustedes, queridos lectores, ya han escuchado la historia de pinocho (el mágico muñeco que cobró vida y se convirtió en un niño de verdad); pero pocos son los que conocemos la otra versión. Una versión maléfica y escalofriante creada por una mente atormentada por el canibalismo. Según esta versión pinocho se convirtió en un niño real no por el hechizo del hada madrina, sino porque esta le ordenó a pinocho abrirle al abdomen a su creador y comerle sus órganos vivos y crudos. Pero, al fin y al cabo, ¿que tienen que ver esa historia con esta? Mucho. En esta historia habrá títeres que cobran vida por órganos; no de humanos, sino de animales. Centrémonos primero en la titiritera. Era una mujer que se había dedicado a la ventriloquia por toda su vida. Nunca había tenido hijos por ser estéril. Vivía en la típica casa de madera y chimenea. Veamos ahora sus títeres. Eran como cualquier muñeco, con la diferencia que hablaban, comían y se comportaban como cualquier niño normal. ¿Cómo lo hacían? Muchas personas la veían entrar a diario a su casa con animales. Esas noches, se oían gritos y alaridos horribles que provenían de esa casa. Los que se animaban y salían a observar, aseguraban que una especie de niebla negra cubría la casa. Decían que se veían salir espectros terroríficos con foras indescriptibles y espantosas. Muchos creían que la titiritera tenía contacto con el mundo de la oscuridad. Una mujer que trabajó para ella afirmó que le estaba prohibido entrar al sótano, y que la vez que la curiosidad pudo más que la orden entró. Sintió una brisa oscura que le causó una horrible sensación. Llevaba una linterna y la encendió. Cientos de espíritus comenzaron a subir. Gritaban cosas que ella no entendía. Dirigió la luz de la linterna al centro. Vio que había una estrella (el lector ya se imaginará de cuantas puntas) rodeada por un círculo. Dentro había una especie de altar con sangre alrededor. Renunció ese mismo día. Ella pensaba que era de los animales y tenía razón. La titiritera había hecho un pacto con entes de la oscuridad. Ella les sacrificaba animales y ellos hacían que los órganos de estos se unieran y se convertían en títeres con vida.
Al principio los animales eran pequeños como gatos y perros, pero a medida que pasaba el tiempo los animales aumentaban de tamaño, hasta llegar al punto del rinoceronte. En la noche, alumbrada por la luz de la luna, llegó al zoológico. Abrió la jaula del rinoceronte, lo llevó a casa y lo sacrificó.
Los espíritus se aburrieron de animales y pidieron humanos (en específico bebés). Ella iba todas las noches al hospital y robaba uno. En uno de los rituales le cayó sangre en la boca. Se la tragó. Sintió una sensación nunca antes experimentada. Desde ese día comenzó a comerse a las víctimas de sus ritos vivas. Las abría el pecho, les sacaba el corazón y, aun punzante, se lo tragaba. En ese momento devoraba como una bestia maldita el cuerpo de los recién nacidos. Los seres malignos a los cuales servía comenzaron a notar que les faltaban sus sacrificios. Advirtieron a la titiritera, pero no les prestó atención. Entonces, como castigo, enviaron al espíritu del rinoceronte a atormentarla. El tormento era este: el rinoceronte la golpeaba y pisoteaba hasta desangrarla. Cuando estaba a punto de morir usaba su cuerno para sanarla y volvía a hacer el proceso. La mujer no aguantó el tormento y, en un acto de desesperación se metió un cuchillo al vientre. Nada pasó. Se metió otro. Tampoco nada. Después siguió intentando cortándose las venas, cortándose los brazos, sacándose los ojos, hiriéndose en la espalda, golpeándose la cabeza contra la pared hasta que corría la sangre y se la quebraba, abriéndose el abdomen y cortándose los órganos de ese lugar… pero era inútil. Ella no moriría porque el cuerno del rinoceronte le impedía
hacerlo. Finalmente se tendió en el piso y se rindió. Sintió la peor agonía que puede existir.
Se dice que todavía la titiritera yace en su casa, agonizando. El espíritu del rinoceronte consiguió su venganza, y la seguirá haciendo por la eternidad.
FIN
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