Cuando te ví no te reconocí y seguí andando, pero el camino solo me llevó de regreso a tí. Me reconociste al verme y cuando andaba perdida por las calles de aquél pueblo me detuviste con una sonrisa, un brindis y un par de historias. Reconocí en seguida que eras un loco egocéntrico. Me encantó tu locura, te lo dije, era tan honesta. Fué tan fácil coexistir, como si no fuera la primera vez que nos encontrábamos.
5 días y 4 noches duró nuestra historia y después sin poder evitarlo acepté que tenías que partir. Quería pedirte que te quedaras, pero no me sentia con el derecho de hacerlo, te lo dije. Y sin saberlo nuestra despedida fue esa noche, en el balcón de nuestro bungalow en aquél sitio perdido de Laos. Ese balcón con la hamaca donde me acostaba mientras les cantaba, con esa vista impresionante al rio y a esas montañas que solo invitaban a seguir el viaje, que recuerdos!
Recuerdo que hablé con él esa noche también, despues de todo los iba a extrañar a los dos. Le dije cuánto lamentaba que tuvieras que llevártelo. Partirían los dos a la mañana siguiente y bien recuerdo aún las últimas canciones que le canté: "besame mucho" y "reloj", muy adecuadas al momento. Y sin saberlo, iban a ser las últimas que le podría cantar "al verde" ya que me enteré tiempo después que tu y él se separaron en algún sitio en Vietnam. Al final del día, así es la vida, nada es para siempre. Inevitablemente, siempre llega la despedida.
Cuando te fuí a dejar al río, la mañana de nuestra despedida, para que aquel bote te llevara lejos de mi, te dije "buen viaje loco!", porque realmente eso eres: un loco. Un loco con el que viajé 5 días y 4 noches, un loco con el que reí, un loco con quien entoné un par de notas, un loco cuya locura me encantó, un loco a quien lamenté no poder volver a ver, un loco que conocía ya de otras vidas u otros momentos, un loco egocéntrico... como esos de quienes suelo enamorarme.
Tiempo después te volví a ver, pero solo para despedirnos no una sino dos veces más. El destino nos juntaba solo para separarnos a la mañana siguiente... la despedida era inevitable. Cuando finalmente dejé que nuestros caminos nos separaran por tercera vez, supe que no te volvería a ver y un par de lágrimas salieron de mis ojos sin explicación alguna, sin entender por que te extrañé sin nunca haberte tenido.
Y así... tu seguiste tu camino y yo el mío.
Será que hubiera preferido nunca saber que existes?
@Mui Ne, Vietnam |