Tú, y los días de la semana.

Me dan lo mismo los lunes que los domingos... No entiendo por qué celebran tanto los viernes, ni el preludio de los jueves. Debo aclarar que yo no olvido, lo que pasa es que soy tan distraído, que no recuerdo decirlo a menudo. ¿De qué estábamos hablando yo solo? Ah, sí. Continúo...

Yo, te recuerdo todos los días de la semana, a veces unas menos que otras, pero siempre de jueves a miércoles, o viceversa. Peor si no tengo nada de trabajo los martes, porque definitivamente los miércoles coincide que no sé qué día de la semana es, y tú no estas porque te has marchado no recuerdo qué día... Y a partir de entonces, el cambio de día me da siempre lo mismo.

Tú, estas presente las más de las veces que intento dormir sin conseguirlo porque me faltan tus brazos, o cuando despierto cansado a deshoras, en las tardes que me siento solo, y en las madrugadas de insomnio en que te busco a mi lado, donde en la cama en lugar de tu cabello de cosquillas, hay un sillón en tu sitio...

Todos los días te recuerdo de modo alguno, porque si no es una canción es un poema, si no es un olor es una estrofa, si no es una receta de lunes, es un dolor de sábado, y si no es un color, es una tela. Porque me dueles en los ojos y la garganta, y en estas manos cansadas y doloridas que te invocan infructuosamente, día tras día, dolor tras dolor.

Me ha dado por buscarte a hurtadillas, rondando por tus fotos y tus cosas (esas que cada día me regalaste o dejaste olvidadas), hurgando entre las letras que te escribo, te encuentro tan presente como un sábado por la mañana, cuando te has marchado. De lunes a lunes, sin horario de descanso, apareces de repente entre mis cosas, y yo lucho por dejarte marchar, pero no borro tus fotos de martes por la noche o de café de jueves de atardecer con tulipanes.

Espero que si tienes a bien, me visites un día cualquiera y lo sepas, yo no te olvido. Y lo digo de modo contundente, no importa si me lees un viernes o un domingo, lo mismo da con el recuerdo presente un jueves que un martes. Pasan los días consecutivos de pensarte sin tenerte, pero debes saber que aquí estará esto, para cuando te de por recordarme y pasar a leerme, que yo de todas maneras te he vuelto un hábito perpetuo, un recuerdo permanente...

Que sigo sin saber a dónde has ido, ni qué día será mañana.