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Un mensaje mostraba mi celular era una figura de una batería pequeña, cada cierto tiempo la imagen aparecía por unos segundos y luego desaparecía, el mensaje decía: “batería sin carga”, luego de unos minutos la pantalla del celular que portaba quedo en negro, necesitaba comunicarme con mi esposa e hija urgentemente (bueno la urgencia era para decirle la hora y el lugar donde las recogería), busque donde cargar mi celular, pero éste había quedado en la casa conectado a un toma corriente gastando más electricidad de la debida.
Me dirigí al centro comercial buscando como comunicarme y me resultó bastante difícil, pregunte en unos locales si podían venderme una llamada para hablar, la dependiente me vio un poco extrañada y me dijo:
-Lo siento no puedo, estos teléfonos que tenemos acá son únicamente para vender recargas-
Estaba una persona en el mismo local le pregunte si podía prestarme un momento su celular para realizar una llamada y también la reacción fue de extrañeza, con firmeza me dijo un rotundo “no”; ahora estos aparatos los cuidamos con mucho recelo, más que una cadena o un brazalete de oro, pero era comprensible estos aparatos llegaron para quedarse, pasaron a ser una parte de nuestra vidas, los cuidamos y utilizados de tal manera que nos generan una confianza efímera.
Busque por todo el centro comercial en un local donde venden hamburguesas y pollo frito, a un lado de los juegos para niños noté que había un teléfono, este sobresalía ya que estaba atornillado en la pared, era de un color azul muy fuerte las teclas numéricas mostraban del cero al nueve en línea recta, cuatro por línea y la línea final tenía una figuras de un asterisco y de un numeral, a la par de éste había un letrero que decía: “favor colocar únicamente monedas de un dólar y de veinticinco, no se aceptan centavos”, cuando llegue frente al teléfono mi primera reacción fue introducir mi mano en la bolsa derecha del pantalón y para sorpresa mía solo tenía centavos y unas cuantas monedas de cinco centavos; para cambiar monedas tuve que comprar algo en el local, cuando me estaban dado el cambio le dije a la cajera: “por favor deme solo monedas”.
Levante el auricular, una voz suave y sensual dijo:
-Favor colocar una moneda de un dólar o de veinticinco-
Puse una moneda de un dólar en la rendija que estaba a un lado del teléfono, se escuchó como la moneda caída en un depósito de metal, en un par de segundos el teléfono dio línea y empezaba marcar el celular de mi esposa, cuando una voz suave y sensual dijo:
-Gracias por ocuparme, ahora ya casi nadie nos utiliza, eres muy privilegiado-
Aleje el auricular de mi oreja y con asombro contesté:
-¡Perdón!-
La voz suave y sensual volvió a decir:
-Gracias por ocuparme, que te hace utilizarme, ahora todos tienen un celular-
-El mío se descargó y no puedo comunicarme con mi esposa-respondí.
-Ya veo, si no es así, no me utilizarías-dijo la voz sensual.
-Podrías darme tono quiero marcar un numero para comunicarme-dije.
-Tranquilo cual es la prisa chico, a propósito porque no introduces otra moneda, la anterior esta por expirar-dijo la voz sensual.
-Está bien, pero no es esto un timo, deberías de darme tono-dije.
-Sabias que cuando inventaron los teléfonos de línea fija toda la gente se alarmo, muchos dijeron que las personas ya no saldrían de sus casas y solo pasarían hablando, pero ya superamos eso, ahora está más difícil con esos teléfonos inteligentes-dijo la voz.
-Tienes razón, son tan inteligentes que hacen todo por ti, quien no porta uno de esos, definitivamente la tecnología nos ha embargado por completo, pero ¿sabes una cosa?-le pregunte.
-No dime-dijo la voz sensual.
-Las personas cuidan tanto esos aparatos que nadie me quiso prestar uno para realizar una simple llamada, me observaron con extrañeza….-
-Pobre chico, no pudiste hacer la llamada-dijo la voz sensual.
-Imagínate que si no fuera por ti no podría comunicarme en este momento, ¿porque somos tan celosos con esos aparatos?-pregunte.
-La que menos puede saberlo soy yo, eso deberías de decírmelo tú, porque tanta la dependencia en esos aparatos, ¿por cierto se lo prestas a tu esposa?-pregunto la voz sensual.
-¡Ni loco!, como crees, ni la clave del Facebook-conteste.
-Eres todo un picaron, que esconderás en tu teléfono y en esa red social, por eso nadie los quiere prestar, ¿verdad?-preguntó la voz sensual.
-Quizás por eso o por la forma como los utilizamos, pero mira ya es hora de que me des tono, ahora sí quiero marcar el numero-le dije.
-Tranquilízate, veo que si no llaman por el celular todo mundo se aflige y ofusca, cálmate, no eres el único, date vuelta y mira a tu alrededor-dijo la voz sensual.
Gire mi cuerpo y observe el local de comida, en todas las mesas había por lo menos una persona hablando con un celular, voltee de nuevo y dije:
-Tienes toda la razón, todos tienen uno-
-Pero mira de nuevo, a tu lado derecho hay una pareja con dos hijos-
Me gire de nuevo y vi a una pareja con dos hijos adolescentes.
-¿Qué hacen?-pregunto la voz sensual.
-Están departiendo, comiendo en familia-le contesté.
-Estas totalmente equivocado, mira de nuevo-recalco la voz sensual.
Me gire de nuevo y puse más atención, al ver a la pareja con los dos adolescentes noté que estaban comiendo, pero no hablaban entre sí, el padre miraba una televisión que estaba en el local, la madre una revista y los dos adolescentes jugaban o chateaban cada uno con su celular, gire frente al teléfono de línea fija y dije:
-Entiendo tu punto, ya lo capte-
-Ahora entiendes, me dijiste que marcarias un número, pero creo que se te acabaron las monedas, además ya no es necesario, voltéate y ahorita vienen entrando al local tu esposa y tu hija-dijo la voz sensual.
Efectivamente en ese instante entraron ambas, notaron que estaba frente al teléfono de línea fija y me saludaron con las manos, asombradas me preguntaron:
-¿Qué haces?-
-A comunicarme con ustedes iba pero veo que ya no será necesario-les dije.
Mi hija miro con asombro el teléfono de línea fija, lo observó varias veces como quien ve aun ser extrañó fuera de este mundo, hizo una mueca y me dijo:
-De este aparato querías hablarnos, pero ¿y tu celular?-
-Se me descargo-les conteste.
Nos sentamos los tres en una mesa, pedimos algo de comer, noté que ambas mi esposa e hija empezaron a ver los celulares y les dije:
-Ya casi no se ocupan esos teléfonos ¿verdad? (señale al teléfono de línea fija)-
-Están desfasados-dijo mi esposa.
-A parte que está un poco feo y muy grandote-dijo mi hija
-No lo creo, porque no lo pruebas introduce esta moneda y ve si te da tono-le dije a mi hija.
Mi hija se levantó, corrió hacia donde estaba el teléfono, introdujo la moneda, levanto el auricular, volvió a poner el auricular en el teléfono y lo levanto de nuevo, le dio un par de golpes a un lado, puso el auricular en el teléfono y regreso donde estábamos, un poco molesta dijo:
-¡Te lo dije no sirve! Nos robó la moneda-
Me extrañe un poco, a lo mejor fue mi imaginación la que escuchó esa voz suave y sensual, la angustia de hablar quizás la había provocado, en ese momento llegó el mesero con la comida que habíamos solicitado, empezamos a comer y les dije a ambas:
-Que les parece si apagamos los celulares mientras comemos, así no nos interrumpen-
Ambas me vieron son asombro y extrañeza, y al unísono dijeron:
-¡Por favor!, se puede comer y contestar al mismo tiempo-

Texto agregado el 17-04-2014, y leído por 125 visitantes. (1 voto)


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