Una mujer
-casi vieja, casi niña-
devora su manzana
en el cordon de la vereda.
Lleva un vestido rojo a flores
y una bombacha azul
que se deja ver por las piernas abiertas.
Gritan los muchachos obscenidades
los esposos rehuyen la mirada
de su esposa (que se tocan disimuladamente)
para espiar aquella vista.
Enormes labios rojos
que si pronuncian la palabra sexo
marchitan flores de acero.
Ella mastica su manzana
sin importarle
como la miran o la desean,
juguetea con sus piernas.
Piensa que el amor
no es más que un fugaz fantasma,
la representación de un papel
que provoca eyaculaciones
en el viento otoñal
que la acaricia.
Texto agregado el 13-04-2014, y leído por 124
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
13-04-2014
Todo es cuestión de "ligereza" ella ligerita de ropa, los maridos de mirada ligera y las esposas...a esas no se les escapa una mosca y el amor...Vuela. elisatab
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