Éxodo demencial
losas sin epitafio deambulan por el mundo
entelequias ceñidas al sublime canon del absurdo
fantasmales muecas que simulan risas
arrastrando sutiles cadenas divagan silentes
caminan hacia el abismo de manera inconsciente
embebidos por el pasmo de sus huesos
anquilosados
aun así
la ponzoñosa duda hostiga sus carnes
sólo se oyen trémulas oraciones
pero nadie les responde
en la sima más honda
yace la sombra punzante
de los dogmas…
el silencio les devora las entrañas
mientras contemplo todo desde una almena
un aire fatal ensortija mis ojos
porque siempre he tenido la necesidad
de beber del cuenco gélido
de la muerte…
son como gotas de rocío que limpian mis venas

La febril imagen de un niño me acecha ahora
juega con una calavera…
de tanto en tanto me observa
me señala con un dedo
y ríe
Toma su tétrico juguete
lo besa y se marcha perdiéndose
en la penumbra

desde allí
agazapado le lanza una piedra a mi espejo;
mi mente se retuerce por un instante.
El eco falaz
de todo lo incierto,
la sensación primorosa
de lo efímero,
los ademanes enmascarados,
todo aquello se desvanece.

Alguien intenta despedazar tu memoria
cuáles
son tus convicciones…
elije tu ropaje
engalana tu conciencia
ahora si
estas presto para danzar con la muerte
a qué le temes realmente
te sientes acaso desposeído
desamparado ante ti mismo

Hoy tengo el privilegio
de confirmar que tan tenaces son mis convicciones
pues me parece grato el espectáculo
de esa procesión de suntuosas apariencias
no temo reconocer a alguien
entre los asumidos deudos

Quizás vea un resabio de mi espejo roto recorriendo
este inhóspito sendero;
hay quienes aceptan el exilio
gratamente desde el comienzo
la rúbrica sentenciosa de este anatema
que desdibuja en sus rostros desencajados
lo patético de sus sueños…

Ya cruzan el cenagoso río
de las veneradas supersticiones para beber
su parte de olvido
ansiosos de enlazar sus manos
y confirmar luego lo vano de sus instintos,
disponer el túmulo de sus lamentos,
aletargadas entelequias
observa a lo lejos
sus resquebrajadas lápidas carentes de epitafios

Mas yo embelesado y sereno
siempre te he visto
como presea divina como intangible renuevo
y es así
que un enigmático rictus de dulzura
corona mis labios…
tu marmóreo cuerpo ansioso espera mi abrazo
el deshielo de las sombras
que se ciernen sobre el abismo
absortos contemplan
ésa indescifrable escena…
temblorosas y desvariando ven como todo
se desvanece…
convicciones qué son realmente
porqué que te temen tanto…
convicciones
custodios cancerberos en mi viaje…
tengo el privilegio
de rasgar mi vestidura
y levemente alzar tu velo…

Tu pálida figura que despedaza cada ensueño
el tupido manto que cubre tu negrura
ya no atormenta mis huesos
y me es posible vislumbrar en parte
la excelsa semblanza que trasunta tus gestos

El colectivo imaginario todo
en un éxodo inefable enaltece tu noble misterio…
sin embargo
nada sabe aún de aquello…