El viento retorna con los giros del molino viejo.
Como las vueltas mismas de sus hojas, lo que ha sido es lo que será, y lo que está hecho eso es lo que se hará.
Nadie puede cambiar nada,
A fin de que algo cambie, solo uno debe cambiar primero.
Pero se es incapaz de un esfuerzo.
Nadie es capaz de un esfuerzo por si sólo.
Todo se mueve en un círculo.
Pero para detenerlo o cambiar su movimiento se debe sacrificar algo.
Y todos tienen algo que sacrificar.
Esto es lo que el mundo no entiende.
A un hombre solo se le puede dar lo que él puede usar; y él solo puede usar aquello para lo cual él ha sacrificado algo.
Esta es la ley del viento y de la naturaleza humana.
En la mayoría de los casos, se debe renunciar a todo sin conocer las causas del resultado.
Pero allí está lo complicado y secreto de la trama.
Todo en la vida se repite una y otra vez, como en el círculo.
Ahora bien, la cuestión relativa es qué sacrificar y como sacrificar.
En el curso del tiempo, hasta la posición de los astros en relación de uno a otro cambia, pero para ello debe algún astro o estrella sacrificarse.
Nada así permanece igual en el tiempo.
Ahora bien, si hemos empezado a adivinar el gran secreto, y tomar conciencia de esto, restan dos caminos.
Seguir o descender.
Solo hay un modo de hacer la misma cosa.
O existe la posibilidad abierta de no hacerla.
Ahora caminemos por la calle durante un largo rato sin rumbo fijo y pensemos.
Parece extraño todo esto, sin embargo es tan sencillo.
Si pudiéramos ordenar nuestras vidas y empezarlo todo mas ordenadamente.
Ordenaré mis pensamientos mañana.
Ahora caminaré hacia casa, me sentaré primero en el banco de este bulevar remoto como el tiempo.
Unas campanas repican llamando a la iglesia.
Hace frío, mucho frío.
Las manos en el bolsillo están heladas, mas heladas que afuera, palpando el lugar ocupado y los cinco lugares vacíos del cilindro.
Un giro, como las aspas del molino de viento.
La opción, da una extraña sensación de ya no estar aquí.
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