Para Juanca y Lucho. Sigan metiendo goles allá donde estén.


Quién se iba a imaginar que ese iba a ser el último partido de Juanca. Esa mañana salió muy temprano y se saludó con Lucho y los otros pelaos del parche.
Se metieron su buena fumada de marihuana. Juanca, se fue entonces para donde Marianita, a visitar su hijo de tan solo 5 meses de nacido. Pasó toda la tarde con la mujer de su vida, se trabaron e hicieron el amor como si fuera la última vez, presintiendo tal vez lo que después iba a ocurrir. Esa noche, me acuerdo bien, estuvo jugando micro fútbol todo el parche. Cuando terminaron, Juanca, Lucho y otros cuantos se fueron a la tienda de don Lucho a tomarse unas cervezas. Salieron a la esquina a fumarse su cachito, cuando llego en eso un carro negro, sin placas y sin luces.
"¿Saben qué, hijueputas?" Dijo uno de los hombres, mientras sacaba una pistola de su chaqueta. "Esto es lo que se merecen, traquetos de mierda". Se oyó un sonido de muerte en todo el barrio. Juanca y Lucho yacían muertos.
¿Saben por qué lo sé? Porque yo lo vi morir y no pude hacer nada. No pude hacer nada porque a veces el miedo puede más que la lógica. Y como siempre nadie vio nada, nadie oyó nada, pero yo sí.