EL YETA (Segunda rntrega)
En el pueblo se rumoreaba sobre la posibilidad de que fuera lobizón y en las noches de luna llena estaban todos en alerta. Sobre todo su familia, que lo encerraba en una jaula y se quedaba toda la noche en vela temiendo la transformación. Pero nada, no le crecía un pelito, ni aullaba, roncaba a pata suelta, el Imprevisto. No obstante sus padres le hicieron sacar los dientes por prevención, le pusieron una prótesis y se la sacaban en esas noches, por las dudas que se despertara con hambre.
Con el tiempo ese temor desapareció, no sufrió ningún acto de discriminación ni bullying, y vivió una infancia feliz de un niño normal en un pueblo de provincia. Recién en sus últimos años, cuando cobra fama de yetattore, comienzan a aparecer anécdotas no comprobadas de esta característica. Algunos afirman que en los picados en los que participaba se pinchaba la pelota, que alguien le pegaba un voleo y desaparecía en el cosmo, que siempre alguno se quebraba la pata o que el equipo que él integraba perdía por goleada, pero son cosas menores que no aportan. Lo que sí es fehaciente es que en su adolescencia tenía fama de buen cantor, lo que lo hacía muy seductor con las pibas quinceañeras, pero él se enamoró con todos sus andrógenos, de una chica que veía en la vuelta del perro, de la cual solo sabía dónde vivía. Allí iba por las noches a cantarle románticas serenatas, sin ninguna respuesta, hasta que en una de ellas se abrió la ventana y apareció el padre que le dijo.
.- Che boludo, déjate de joder con los cantitos…No sabés que la Pepa es sorda?...Esa fue quizás la primera vez que él se dijo, qué mala suerte. En el pueblo se convirtieron en dichos, el “andá a cantarle a la Pepa” o “tenés menos suerte que el Imprevisto”.
Ahí puedo decir que comenzó su historia. La recopilación de hechos, me muestra algo curioso, en algunos casos la mala suerte parece una respuesta a la buena. A ver si se entiende, te pasa algo bueno por azar, por ejemplo, te ganás la lotería, alguien te ve con dinero y para robarte te golpea mal. También puede ser a la inversa, que un accidente te permita conocer al amor de tu vida. Está claro?... Y puede ocurrir que ese amor te cague la vida, y así se pueden suceder alternancias casuales concatenadas hasta el infinito. Pero yo no quiero escribir un ensayo sobre la casualidad, por lo menos en este momento. La que según mi opinión es la responsable más importante de la felicidad y la desgracia. Y, que la vida es una sucesión de hechos aleatorios. Así que mejor sigo contando en la próxima entrega.
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