Fue inevitable. La discusión iba en aumento y ambos perdíamos la paciencia. Viejas rencillas asomaban y hacían tenso el ambiente. Nunca lo había visto a ÉL tan furioso. Yo tampoco podía controlarme.
En un momento dado explotó y me mandó un rayo que me transformó en un montón de cenizas rojizas.
Mi imagen y semejanza desapareció.
Texto agregado el 08-04-2014, y leído por 205
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Lectores Opinan
22-10-2014
Jajajajaja,es notable,me encantó******
Victoria 6236013
27-05-2014
Metáfora impecable, te deja con el sabor del cuestionamiento rulosodemonserrat
16-05-2014
Existe aquí una simbología implícita, comparando pasajes del libro sagrado con una acción furibunda que acaba de golpe y porrazo con cualquier estereotipo.
guidos
12-05-2014
Una forma original y moderna de terminar una discusión. inkaswork
29-04-2014
Me gustó mucho el giro, que a la vez es el efecto, de lo ordinario a lo mitológico. ciertascosas