Ya no me importa, en verdad no me importa lo que haga, ni que me ignore en el chat y no me responda. No me importa que quiera a otro; no me importa ella… ni el otro. Si casi ni me acuerdo de ella. Ya no entro todos los días a su página a mirar sus fotos… bueno, todavía si, pero eso no significa que me importe, no significa que quiera saber cómo está, ni si me olvidó, ni si es feliz con otro… en verdad no me importa. Que sea feliz sin mí no me duele; si a fin de cuentas yo soy feliz sin ella… muy feliz.
Y porqué habría de importarme que todos sus mensajes, sus “post” y sus comentarios sean para otro? Porqué habría de dolerme? Si al final no somos nada, ni novios, ni amigos… ni nada. Por suerte ya me la saqué de la cabeza… no totalmente, pero estoy en eso. Al menos ya no le hablo cuando la veo conectada; quiero decir… no le hablo tanto, ya dejé de rogarle con 4 o 5 mensajes por sesión como hacía antes, solo para que ella me ignorara, me dejara clavado con ese maldito “visto” y no respondiera; si… 4 o 5 veces era humillante; ahora lo intento una vez, solo una… dos a lo sumo! Algo es algo… lo malo es entrar al historial de las conversaciones y ver tantos “holas” sin respuesta. Lo bueno es que ya no me importe. Lo bueno es que ya no pienso en ella, ya ni me acuerdo de lo que fuimos, o casi. Casi ni tengo detalles de ella en mi mente. Su recuerdo se me va difuminando como a través de una niebla espesa que se instala en mi memoria. Ya me olvidé (casi) de cómo brillaba cuando sonreía (y como me hacía brillar a mí), y de cómo me opacaba cuando sufría. Ya casi me olvidé de su naricita de botón, de sus ojitos de párpados pesados y mirada tierna que se “achinaban” al sonreír, de su boca grande que a mí tanto me gustaba, de la seriedad de su carita de nena buena y que a mí me despertaba tanta ternura; ya casi olvidé todos y cada uno de los lunares de su cara, hasta olvidé “aquel” lunar especial, aquel que un bendito día me animé a pedirle y ella me regaló, solo para mí.
Claro que hay detalles que no ayudan; las canciones por ejemplo. El hecho que en las canciones que más me la recuerden yo ponga el reproductor de música en “Repetir”, y de este modo yo tenga que escuchar “esa” canción una y otra vez indefinidamente, algo contradictorio teniendo en cuenta que estoy llevando bastante bien este proceso de “duelo”, y que la estoy olvidando con tanta facilidad. Y esto me sorprende; me sorprende la capacidad que tengo para olvidarla tan fácilmente. Si casi no hago otra cosa en todo el día, no hago otra maldita cosa más que olvidarla…
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