Mi barca cambió de rumbo, voy camino al extravío
dejé que una brisa fresca alterara mi destino,
el riesgo del desvío es grande, significa un gran peligro,
es arrojar por la borda todo aquello hasta hoy conseguido
con esfuerzo, con tesón, con firmeza en el camino,
todo aquello ganado en combates contra el mar bravío.

Aún conociendo este riesgo me dejo llevar por la corriente
con esperanza sutil de ser superior a lo que enfrente:
un mar con olas enormes, que revive con su estruendo
recuerdos de lides pasadas como melodías "in crescendo",
contiendas que tenía olvidadas, sepultadas en mis memorias
reviviendo en mi nuevamente lo mejor de aquellas historias.

En mi afán de conquistar este nuevo rumbo ignoto,
que me atrae y que me lleva hacia un curso distinto,
voy perdiendo el control, me dejo llevar del instinto,
me convierto, soy distinto, siento que me vuelvo otro
disfrutando tempestades que evité desde siempre
y que ahora me incentivan a prolongar el momento presente.

Sin darme cuenta me adentré sobre corrientes peligrosas
que dañaron mi barcaza, que vulneraron mi proa,
que provocaron el extravío de posesiones muy valiosas,
muy añoradas, muy importantes, pero que poco me importan ahora.
Aun así sigo adelante, en la cresta de este oleaje sinuoso
sintiéndome el rey de los mares, sintiéndome el más poderoso.

Cuando créí haber conquistado este vaivén tan azaroso
creyendo haberme erigido como almirante insigne,
capaz de enfrentar cualquier lid que la providencia designe,
caigo en cuenta con una verdad que me provoca un profundo sollozo:
nunca me alejé del muelle, siempre estuve en la bahía
me perdí por una bruma, me llevé de una ventisca,
aferrándome a una excusa para cambiar de rumbo... y de vida.

Pero lo que perdí fué real, no fue parte de la fantasía,
arrojé mis tesoros al mar, por querer más de lo que tenía.
De nostalgia, pena y rabia mi corazón se siente invadido
por dejar atrás lo importante que siempre acompañó mi camino.
Ahora voy a la deriva, soy de esta marea un monigote,
sin sentido, sin un norte, sin tener un claro horizonte.

Los daños que mi barca sufrio por mi propia mano, por mi propia culpa
deterioran cada vez mas la que una vez fué la mas fuerte estructura,
pero seguiré navegando hacia el mar profundo del olvido
sin importar lo que me pase, aunque termine perdido
porque solo yo soy el culpable de lo que ahora me acontece,
ahora me iré a navegar, a navegar solo... navegar hasta perderme.