Carito
Tenía unos vecinos, no me agradaba su personalidad, hablaban fuerte, reían fuerte, a pesar que tenían educación, ambos usaban muchas palabrotas, su hija tenía como 7 años en ese entonces, muy inquieta, le rompía las muñecas a mi hija y eso a mí no me gustaba. Mi tolerancia no los resistía, yo también era más joven y más rígida con respecto a la forma de comportarse de las personas.
Un día llegó la Carito, hubo hartas teorías sobre su nacimiento, las cuales no repito porque no estoy segura, yo no era tan amiga de ellos y por lo tanto no le pregunté directamente, habría sido feo supongo considerando que no éramos muy cercanos, el tema es que mi vecina se había pasado las cuarenta semanas y la pequeña comenzó a los días de nacer a presentar problemas. Diré lo que yo entendí y pido perdón si me equivoco, parálisis cerebral y con un sobrevivencia probable de un breve tiempo, lo que la mantuvo postrada siempre, dependiendo de los cuidados de sus padres y de su hermana.
Mi visión cambió radicalmente al observar desde fuera el comportamiento de esa familia, son intensos, después lo entendí, pero irradian un amor entre ellos que desborda, la Carito debe tener ahora unos 26 años, sigue igual, en su silla de ruedas, usa un babero para que su saliva no le moje el pecho, su cabeza cae hacia un lado, sus padres salen con ella a todas partes, se fueron de la casa de al lado que ellos arrendaban, compraron una relativamente cerca, la adaptaron para su niña, para que su silla entrara a todos lados, hasta la ducha tiene silla especial para ella.
Una niña así es difícil de cuidar, pero ellos jamás le sacaron el cuerpo al bulto, pararon de llorar y buscar culpables como lo hicieron los primeros meses, la llenaron de amor y atenciones y lo más importante: jamás postergaron a su otra hija, que hoy está en la universidad en la carrera de fonoaudiología, estudia y trabaja, porque los gastos en esa casa deben ser muchos me imagino.
Sé que son asiduos del centro de rehabilitación de la Teletón, de hecho la hija mayor hace un voluntariado allí.
Ya no los veo tan seguido, de repente me los topo en el supermercado y cuando les pregunto cómo están me impacta su alegría, la chiquilla en su silla, inserta en su mundo más allá de nuestro alcance, huele siempre a algún perfume delicioso y sobre todo se ve limpia y bien peinada y con ropa de jovencita a la moda. La ultima vez me impresionó ver las uñas de sus pies y manos pintaditas de un color rosa suavecito.
No puedo evitarlo, después que me alejo de ellos, lloro hasta llegar a la casa, no porque esté triste, sino por la emoción que me provocan, ellos me renuevan la fe en el ser humano.
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