Mientras se desplazaba por la atmosfera y se alejaba de la tierra, su entusiasmo crecía.
-Yo lo decía. ¡Es redonda! ¡Es redonda!
Al llegar a su destino, un señor de barbas blancas recibió al recién llegado, un hombre corpulento que tenía la piel tostada por el sol y el salitre del mar.
Le dio la bienvenda. Tomó el libro de registro para tomar sus datos y al mirarlo pareció reconocerle.
-Cristobal Colón ¿no?
Alberto Vásquez.
Texto agregado el 03-04-2014, y leído por 208
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