NO puedo ser aquel que regale libros, ni letras, ni poesías, no puedo dar suspiros, ni miradas, ni sonrisas, no puedo dar vestigios de un corazón de errantes, no puedo dar noches forjadas de tonadas oxidadas, no puedo regresar por los segundos que asesine, no, no puedo.
Un momento para sentirme náufrago. Un segundo para sentirme solitario, un reloj en una isla perdida en ese mar de tu boca, en esa espuma de tu boca, en ese sonido de tu boca, un soplo de soledad que ningún hombre puede resistir, un soplo de tu boca,
No puedo regalarte libros que jamás vas a leer para mí, ni para él, ni para ti, no puedo regalar mi lápiz, mi tintero, ese abecedario que se esconde en esa isla de perdida y que no quiere ser rescatado pero envía mi mensaje en una botella, envía este mensaje en esta botella a la que le queda una gota de vino, una burbuja purpura de vino que revolotea por esas pupilas suspendidas en mi vida.
No puedo caminar hacia ti, detrás de ti, no puedo enviar mil botellas, no puedo imaginar cuantos náufragos abra buscando esa isla de tu boca, no puedo creer cuantos libros te podrían regalar, ¿acaso no se pueden reunir todos los que están solos para no estar tan solos? No pueden, no puede ser lo que podría ser, ese es el momento en que nos sentimos poetas, y la inspiración se prostituye, nunca nos enamoramos de ella, ese es el momento en que miro en la distancia a esa isla y sin lanzarme al mar ya siento cada ola que moja mis recuerdos, que diluye mi rostro, que no refleja mis ojos, que llama a esa última gota de vino lanzándome para intentar alcanzarte pero no puedo nadar…
…no puedo.
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