Desde que existes no poseo sombra
sino el brillo de tu presencia
caminando mi vida
a veces tan desierta...
Desde que me latiste a fuego
por mis venas, asombrando mi soledad,
ajena..., y tan cercana...,
ya no siento la oscuridad
al cerrar mis párpados...
Ya no oigo el silencio de ausencias,
ya no duerme mi sonrisa en agonía,
ya no duele el brillo de una estrella,
ya no son huérfanas mis pequeñas verdades...
Desde que tú me miraste
los amaneceres me sonríen,
los días acarician mi cansancio,
las noches alegran mi melancolía...
Eres la espuma de esa ola
que azota alegremente mi playa,
que rompe en mi soledad,
que acuna mis miedos...,
que grita desde lejos a mi existencia,
que cubre de ternura
la dolorosa superficialidad,
la tenue ausencia del sentir...
Buceo en tu sublime esencia,
me sumerjo en tu alma
como si fuese mi mar,
me salpica tu belleza
impregnándolo todo...
Y callada..., silenciosa..., tenue...,
me llega tu grito de libertad,
se balancea tu alma en la mía
al compás de una canción
que ambas tarareamos...
Y la realidad se plantea
esa verdadera naturaleza
de la que estás hecha tú...,
cuando acaricias mi alma desde lejos... |