Dime entonces como me niego a tus besos, caramelo.
Dime ahora como me niego a tu calor,
a tus manos, tus orgasmos...
Me delata tu orgullo necio de amor impreciso.

Me quedo con la valentía de tus besos.
Te dejo la cobardía de tus emociones y el ego de tu piel.

Me quedo con tus caricias amables y fuertes.
Te dejo el orgullo de la mirada y lo irritable de las opiniones.

Regálame el tiempo, el que no tenemos, para conformar al cuerpo,
para saciar el deseo del alma.

Volveré escondida; entre las noticias de la
frustración y los versos de mis aventuras.

Como una fabula tu instinto animal
eleva la historia del final.


Cuando parezco no pertenecer a ningún lugar...

La veracidad de los días,
las conjeturas de mis líneas.
Los inicios de las moralidades que me agreden,
como el filo de navaja o las hojas de papel.

Se cubre la mirada, la cuidad esta mojada
llueve sobre mis pechos;
los fluidos necios del hombre aguerrido.

Los golpes de las olas en la profundidad de tus temores
nos enfrentan,
me aferro a tu espalda, a tus manos.

Teñí mi alegría, teñí la ternura
en mis momentos de locuras.



Las historias no son lo suficientemente
cortas como para olvidar.
La vida no es lo suficientemente
larga como para volver a llorar.