El casco de la estancia “Las Tres Gracias” vio alterada su habitual monotonía por la llegada de seis modelos, que procedentes de la gran ciudad, pensaban filmar una propaganda para una prestigiosa marca. Se trataba de Ivonne Tigana, Joanna Ribery, Kate Schreider, Catalina Cabrini, Sofía Mendez y Paola Graziani.
Además de las seis modelos, estaban también la señora Julia Larrazabal, la dueña de casa, Isabel Urrazagui, la ama de llaves, y las dos mucamas, Josefa “Pepa” Juárez y Felisa Eslavia. La estancia se había convertido en un especie de hotel.
Aquel día, por la tarde, se produjo la llegada de un extraño envío a la Estancia, se trataba de doce Quesos. Sí, doce Quesos, esos Quesos de cascara amarilla, forma esférica, bien grandes, de tipo holandés, que se llaman Maasdam o algo parecido. Las mucamas no le dieron mayor importancia al asunto, pues pensaron que era parte de la filmación.
Cuando había finalizado la cena, por la noche, las dos mucamas estaban terminando de limpiar la cocina, finalmente “Pepa” dijo:
- Me voy a dormir, estoy muy cansada.
- Muy bien, “Pepa”, yo iré a tirar esta basura – le contestó Felisa.
“Pepa” fue a dormir y Felisa salió afuera. Al salir le pareció la sombra de un hombre alto y patón, con aspecto de basquetbolista. Se fijó de vuelta y no vio nada. Tiró la basura y empezó a dirigirse hacia la entrada. Pero antes de llegar, oculto por la oscuridad, estaba Carlos Delfino, el basquetbolista, vestido de negro, sosteniendo un enorme y filoso cuchillo con sus manos, envueltas en dos gruesos guantes negros de cuero. La mucama no pudo llegar a la puerta, Carlos la interceptó de atrás, la tomó por el cuello, y con el cuchillo, le cortó la garganta. Carlos entró entonces a la casa, tomó unos de los Quesos, y volvió a salir, para tirar un Queso sobre el cadáver de Felisa, diciendo en voz alta:
- Queso.
La otra mucama, “Pepa”, advirtió que algo extraño había pasado afuera, se levantó de la cama, y se dirigió a la cocina. Pero antes de que llegara, Carlos la atacó por detrás, y con el cuchillo, la degolló. El basquetbolista agarro otra vez un Queso y lo tiró sobre la mucama, y en voz alta, dijo:
- Queso.
Carlos, cuchillo en mano, adentro de la casa, se dirigió hacia donde estaba la dueña de la casa, la señora Larrazabal, que tenía unos cuarenta y pico de años, y el ama de llaves, la señora Urrazagui, de unos cincuenta y pico. Ambas estaban en el comedor viendo televisión.
- ¿Escuchaste movimientos en la cocina? – le dijo la señora Larrazabal a la señora Urrazagui.
- Sí, voy a ver – Urrazagui se levantó y fue a la cocina.
Mientras pasaba por el pasillo, Carlos la degolló con el cuchillo, y tras asesinarla, le tiró un Queso.
- Queso – dijo en voz alta.
Larrazabal nada había escuchado, seguía viendo la televisión, cómodamente sentada en un gran sillón. Carlos entró sigilosamente, y se puso atrás del sillón, con gran rapidez, tomó la cabeza de la mujer, y desde atrás, le cortó la garganta. Cuando terminó, otra vez tiró un Queso y en voz alta dijo:
- Queso.
Carlos entonces decidió asesinar a las modelos que estaban arriba, llevó los Quesos hacia el comedor, y cuchillo en mano, empezó a subir las escaleras. Una de las modelos, Joanna, iba caminando por el pasillo. Carlos se escondió detrás de la cortina, cuando Joanna iba caminando, la atacó por detrás y la degolló. Otra vez tiró un Queso, y en voz alta, dijo:
- Queso.
Carlos limpió el cuchillo, estaba ya bastante gastado después de haber asesinado a cinco mujeres. Cambió entonces el cuchillo, y se dirigió hacia uno de los cuartos, donde estaba la modelo de nombre Ivonne. El basquetbolista se tiró encima de la chica, le tapó la boca, tomó el cuchillo y le cortó el cuello. Una vez, más, por sexta vez, el asesino dijo en voz alta:
- Queso.
Y tiró un Queso sobre el cadáver de su víctima, la número seis. Otra de las modelos, Sofía, salió al pasillo, Carlos la atacó desde atrás, y la degolló. Por séptima vez, tiró un Queso, diciendo en voz alta:
- Queso.
Carlos entró entonces a otra habitación, donde estaba otra modelo, Catalina. La chica se encontraba levantada mirando la ventana, Carlos se acercó en forma silenciosa, y tras ponerle la mano sobre la boca, puso el cuchillo sobre el cuello y la degolló. Por octava vez, Carlos tiró otro Queso sobre su víctima y dijo en voz alta:
- Queso.
Aún faltaban dos chicas más por asesinar, las modelos Paola y Kate, cualquier persona estaría cansada ante el desgaste físico de Carlos. Pero este, acostumbrado a los partidos de básquet, y con una sed criminal insaciable, aún tenía el resto suficiente.
Paola se encontraba en el baño, y por eso nada había escuchado, Carlos la atacó en la ducha, pudo haberla apuñalado el mejor estilo Psicosis, pero el basquetbolista prefirió cortarle el cuello, como hizo con las demás. Una vez tiró el Queso, y en voz alta dijo:
- Queso.
Restaba una sola chica, Kate, Carlos, con el cuchillo en la mano, y pateando otro Queso como si fuera una pelota de básquet, se dirigió hacia la habitación. Todo había sido tan silencioso, que Kate nada había escuchado, la modelo dormía profundamente, Carlos entonces le cortó el cuello, y tiró el décimo Queso, en voz alta dijo:
- Queso.
El basquetbolista había finalizado su tarea. Carlos Delfino asesino a diez mujeres en menos de una hora, una a una, las fue degollando con su cuchillo y tirando un Queso, diez Quesos.
En la cocina había doce Quesos, o sea que Carlos había utilizado diez, al regresar abajo, el basquetbolista tomó un Queso, el número once, y se lo comió. Una horma entera, muy grande, Carlos la comió íntegra. El Queso que restaba, el número doce, Carlos lo agarró y se lo llevó. Al día siguiente, lo mando por correo a la estación de policía, con la leyenda...
“Carlos, el Queson, asesino a diez mujeres en la estancia Las Tres Gracias”.
El descubrimiento de los cadáveres genero una gran conmoción en la opinión pública, más cuando se determinó que todo lo ocurrido era exactamente a una sanguinaria película de terror donde un basquetbolista, una noche entre dos importantes partidos, sufría un ataque psicotico y asesinaba a diez mujeres.
Lo cierto es que Carlos Delfino jugó aquella noche y fue uno de sus mejores partidos, nada recordaba de lo acontecido la jornada anterior, y metió siete triples...
Por eso aquella noche se recordará como La noche que Carlos Delfino asesinó a diez mujeres, la noche del Basquetbolista Asesino.
Esta historia, ¿Es realidad o ficción?... |