Benditas aguas

Abro la ventana y observo con nostalgia las gotas que caen despiadadas desde el cielo gris. Una brisa húmeda me golpea el rostro. El olor a tierra mojada penetra en mis pulmones; la luz de un relámpago ilumina el horizonte.
Llovió toda la noche. El día comenzó y sigue el temporal. A lo lejos, caminan con sombrillas multicolores, saltando los charcos de la calle, gente que se dirige, presurosa, a sus centros de labor.
Yo, silente, empapado de recuerdos, veo caer las benditas aguas bajo el techo de mi balcón.

Alberto Vásquez.