Trabajaba en la municipalidad de la ciudad, lo habían contratado hace poco, la muerte de una persona en dicha oficina donde se emiten las defunciones había dejado una vacante, él fue escogido para la misma, los días transcurrían normalmente, las actividades diarias que realizaba no pasaban de arreglar archivos escribir los nombres en orden alfabético de las personas que llegaban a solicitar una partida de defunción, un día en particular estaba ordenando unos archivos cuando en un escritorio de madera ya un poco antiguo observo a un niño de no más de 11 años, vestía un pantalón de lona y una camisa sport, portaba unos tenis color azul de lona los cuales tenían una estrella a cada lado (no portaba calcetas), unos lentes muy gruesos le ayudaban a mirar, estos a la vez le engrandecían los ojos al verlos de frente. Tenía un libro en donde se anotaban a las personas que solicitaban una partida de defunción y otro que no había abierto con los nombres de los fallecidos; él se acercó y lo saludo, el muchacho le contestó:
-Hola que tal-
-¿Qué haces?-le pregunto.
-Solo observando los libros de defunciones-le contestó.
-Donde están tus padres, ¿trabajan acá en la municipalidad?-le pregunto él.
-Tranquilo no te preocupes, solo estoy observando-le recalco el muchacho.
En ese instante la conversación fue interrumpida por una persona que llego a solicitar una partida de defunción, él le entregó la partida a la persona y la copia de la misma la puso aparte (las anotaba en el libro que el muchacho estaba observando), este al ver la partida de defunción le dijo:
-Si gustas te la anoto-
-No creo que sea prudente, ese es mi trabajo-le contesto él.
Observo como el muchacho hojeaba el libro y pasaba muy despacio las páginas del mismo, al cabo de un minuto él le pregunto:
-¿Qué tanto observas?-
-Tranquilo solo veo a los que ya fallecieron, han sido varios en esta semana y justo como yo lo predije-le dijo el muchacho.
-No te entiendo-le dijo él.
-Si todos han muerto de lo que yo predije y no por una casualidad-dijo el muchacho.
La persona encargada de entregar las partidas de defunción se extrañó de lo que el muchacho había dicho, se acercó dónde estaba él y le pregunto:
-¿A poco sabes cómo mueren las personas?-
-Se puede decir que sí, pero lo que no me gusta es que todos ustedes le llaman casualidad-le dijo el muchacho.
-Pero, casi todas las veces lo es-le dijo él.
En ese instante tomo el libro que el muchacho observaba, miro una hoja, al principio de este habían unos títulos que decían: “nombres y apellidos, edad, causa de la muerte”, luego estaban en orden numérico los nombres, miro la línea que tenía el número 23; al ver un nombre él se detuvo y le dijo al muchacho:
-A ver este, ¿cómo esto no puede ser una casualidad?, dice que la muerte fue por heridas de arma blanca-
El muchacho tomo de nuevo el libro, miro la línea con el nombre del fallecido y le dijo:
-Este, si lo recuerdo, murió el día que el jefe le exigió que trabajara un poco más, salió muy tarde, tuvo que caminar más cuadras para tomar el autobús, en ese trayecto lo asaltaron y lo hirieron mortalmente, ¿Qué hubiera pasado si no se queda a trabajar tan tarde?-le increpo el muchacho.
-No puede ser me estás timando-le dijo él-a ver este otro (miro la línea 41) dice que murió en un accidente.
-A ver, si este, sabias que cambio el vuelo para regresar al norte dos veces, la primera vez fue por no llegar a tiempo, la segunda por que el vuelo estaba lleno, en la tercera pudo irse y en ese el vuelo tuvo desperfectos mecánicos y se estrelló, ¿Qué hubiera pasado si la primera vez hubiera llegado a tiempo y toma el primer vuelo?-le dijo el muchacho.
En ese instante otra persona llego a pedir una partida de defunción, él se levantó de la silla y la atendió, le entrego la original y la copia la puso aparte para anotarla, en ese momento el muchacho le dijo:
-Si quieres la anoto, de todas maneras ya sé de qué murió-
Él se quedó pensativo un momento tomo la partida de defunción de nuevo y le pregunto:
-¿Si tanto sabes, a ver, dime de que murió?-
-De un disparo en el pecho, creo que era policía y perseguía a unos ladrones-
Miro la partida de defunción, se asombró por completo esta decía que había muerto por un disparo y la profesión del fallecido era policía, miro muy atentamente al muchacho y muy despacio se acercó dónde estaba sentado, extendió su brazo para darle la partida de defunción, el brazo le temblaba un poco, el muchacho al verlo le dijo:
-Tranquilo, solo la anotare, este ira en la línea número 51-
El miraba con extrañeza al muchacho, divagaba en su mente como este joven puede saber tanto, tomo un poco de valor y le dijo:
-Ya estuvo bien, eres el hijo del alcalde ¿verdad?-
-No para nada solo vengo a confrontar lo que predije con lo que ustedes llaman muerte por casualidad, es para ver si no me he equivocado, por cierto nunca lo hago-le dijo el muchacho.
Miro como el muchacho seguía escribiendo en el libro, observo que había escrito una línea más y le pregunto:
-¿Por qué escribís otra línea? ya no hay partidas de defunción-
-Tranquilo solo anote tu nombre y apellidos, en la línea 52 serás el último de este día-
-¡Como que anotaste mi nombre! ¿A que te refieres?-
-Tranquilo solo déjame preguntarme algo-le dijo el muchacho.
-¡Preguntarme! ¿Pero qué?-le dijo él algo molesto.
-Acaba de llegar a este trabajo ¿o no?-dijo el muchacho.
-Si pero que tiene que ver con que me anotaste en el libro-le dijo él.
-Te explico, eres nuevo en este trabajo, eso implica que el trayecto está más lejos de donde vives, tienes que tomar 2 autobuses para llegar, el primero según se ha tenido muchos asaltos últimamente, el segundo ha tenido varios accidentes últimamente también, a parte que tienes que levantarme más temprano para llegar acá, entiendes no todo es una casualidad-
-¡Pero qué dices!, porque inventas todo eso…-
En ese momento otra persona llego a preguntar por una solicitud para pedir una partida de defunción, él se la entrego y cuando giro de nuevo para seguir hablando con el muchacho este había desaparecido, lo busco con la vista y ya no estaba por ningún lago, en su mente pensó: “que muchacho más raro, mañana borro mi nombre de ese libro”, en la tarde se retiró de la municipalidad para su hogar.
Al siguiente día habían varias personas esperando a que abrieran el lugar donde emiten las partidas de defunción, ya era un poco tarde y la puerta estaba cerrada, una mujer llego a abrir y una de las personas que estaba esperando le dijo:
-Ya era tiempo que abrieran, tenemos una hora esperando-
-Ya lo sé, pero disculpen nos acaban de informar que la persona encargada de entregar las partidas de defunción tuvo un percance, al parecer el autobús en que viajaba tuvo desperfectos mecánicos y se accidento, no sabemos si murió-dijo la mujer.
Un señor ya anciano vestía un pantalón de lona, camisa sport, portaba unos tenis color azul con unas estrellas a los lados, unos lentes gruesos le hacían ver los ojos muy grandes, suspiro diciendo:
-No todo es una casualidad-
La mujer que suplantaba a la otra persona, empezó a anotar en el libro las partidas de defunción y al llegar a la línea 52 se asombró mucho al ver que ya estaba anotado el nombre y apellido junto con la causa de muerte de la persona que estaba suplantando, un escalofrío le embargo todo su cuerpo cuando levanto la mirada notó a un muchacho joven que entraba, vestía pantalón de lona, camisa sport, zapatos de lona los cuales tenían una estrella en cada lado y unos lentes que le hacían ver los ojos muy grandes, al ver a la mujer le dijo:
-¿Puedo ver el libro donde anotan las partidas de defunción?-
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