Es un bosque en medio de la ciudad, rodeado de autopistas y grandes edificios. Un bosque de enormes pinos mediterráneos.
Yo sé que en este bosque no existe la casa de la abuelita que espera con impaciencia la llegada de Caperucita roja con la comida. No hay un lobo ansioso de poner sus garras en la muchacha. Los árboles no ven pasar a los siete enanitos hacia su trabajo, ni tampoco divisan desde lo alto a Blancanieves en una casita haciéndoles la comida, ni unos cerditos marraneando en su pocilga. Cuando llega la noche y dan las doce campanadas tampoco nadie se encuentra un zapato perdido, ni un príncipe detrás de él en busca de una Cenicienta. No hay brujas con espejos ni Alicias en ningún país de maravillas, ni conejos corriendo. Los niños no dejan migas de pan para encontrar su camino de regreso, tampoco existen Pinochos de larga nariz ni Pulgarcitos escondidos bajo una hortaliza…

Es un bosque solo, aislado de la vida, de una vida llena de sueños irrealizables. Un bosque solitario lleno de árboles que crecen muy alto para alcanzar algún día el sol y la libertad.