El otoño no era mi estación favorita, y el amarillo que de a poco iba cubriéndolo todo solo agudizaba mi depresión.
Hasta que te encontré. Estabas esperándome. Desde siempre, me dijiste.
Noté que eras especial. Vi tu necesidad de afecto y la expresión bondadosa de tus ojos.
Enseguida decidí compartir tus excentricidades, olvidé los motivos de mi tristeza, detuve duelos que ni siquiera había comenzado, creí que era posible cambiar mi destino.
Recuerdo que me decías: vos y yo vamos a aprender muchas cosas.
Eras extraño, hablabas de temas espirituales, creías en otras vidas.
Yo pienso que teníamos algo en común. Los dos estábamos locos.
Dormíamos en un colchoncito de una plaza tirado en el piso, mirábamos vídeos de autoayuda, escuchábamos las canciones que nos gustaban, reíamos todo el tiempo y el mundo se nos antojaba hermoso. Eras un refugio que contrarrestaba el dolor que desde hacía tiempo amenazaba con destruirme. Mi vida no existía y habías aparecido para darme un motivo.
A veces yo notaba con asombro nuestra locura, pero vos la ignorabas. No creo que lo tuyo fuera negación, te sentías bien así, decías que en esta vida estabas aprendiendo a ser una mejor persona. Y en esa búsqueda encontraste a una mujer gris que no quería aprender nada, que respiraba porque era gratis.
Y sí, lo reconozco. Contigo observé de otra manera las puestas de sol, comprendí algunas cosas, sentí compasión, descubría belleza en cada rinconcito que compartíamos y hasta pude creer en los seres humanos.
Me maravillé de la vida, aspiré aire puro, agradecí a los árboles, a las calles, a la gente.
Y creo que siempre supe que eras mi última oportunidad.
Pero tuve miedo.
Todo comenzó por discusiones triviales, por egoísmo, por el rumiar constante de mi mente enferma, por la realidad que se nos colaba por las rendijas que no lográbamos cubrir.
La culpa fue de la llovizna y esos días oscuros que le siguieron y el sol que se ocultaba obstinado, como si despreciara nuestra felicidad.
No fueron mis genes, ni mi herencia. Tampoco fuiste vos.
Solo fui yo, como siempre, como nunca más.
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