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Los Textos Animistas son atribuidos al Mago del Azar Ihacopo el Antiguo. Se trata de varios papiros en que dio su interpretación sobre los avatares de cuatro seres mentales que planteara en pergaminos en sus primeros años, poco después de abandonar una vida disoluta sazonada por desavenencias con el incipiente Mago Noctámbulo Lucco Samekh.
Sobre estos Textos Animistas muchos hermeneutas posteriores dejaron su testimonio de que no eran “viles acumulamientos de letras”, sino francas estructuras de significado con el poder desencadenante de los sortilegios; textos sólo entendibles a cabalidad por los auténticos magos y chamanes.
Se dice que Ihacopo el Antiguo aún no estaba consciente de su enorme poder cuando bosquejó en caracteres celtas cuatro personajes con tinta indeleble que corrió con fluidez orgánica sobre el pergamino, pues más tarde se olvidó de ellos.
Volvería a encontrarlos mucho después, cuando su vista ya no toleraba la precariedad mortecina de una sola vela y sus dientes sólo podían lidiar con peras y papillas. Ocurrió la noche emblemática del 2 de noviembre al ser despertado por la avanzada de gallos del corral con ruedas de los monjes trashumantes con quienes pernoctaba en los sobacos de una montaña.
Sus oídos no estaban acostumbrados a las convulsiones desquiciantes de más de cinco plumíferos, por lo que no soportó al octavo gallo que erizó las plumas del pescuezo para invocar al amanecer.
Así que el mago dejó en santa paz el lecho de paja y el mantón que lo protegió del relente, encendió un atado de siete velas y hurgó en las talegas por los haberes que guardó al abandonar el castillo del rey Ibrahim IV, donde sirviera de consejero a Ibrahim III el Grande.
Los primeros rayos del sol se deslizaron como ectoplasma sobre el rostro en trance de Ihacopo, quien desde hacía horas era tironeado hacia un mundo paralelo incrustado en las raíces semánticas de las letras celtas con las que en su juventud le diera realidad a sus cuatro personajes.
En ese momento varios monjes disciplinados ya se disponían a los oficios de Maitines luego de vaciar la vejiga tras varias piedras incrustadas en la breña. Ninguno de ellos intuiría que los arabescos sugeridos por los ojos de Ihacopo bajo los párpados obedecían a su atestiguamiento de las vidas en marcha de los seres de ficción que incrustó en el mundo de joven, sin entender que a ningún mago con poderes sobre el viento, el agua y los cangrejos le era lícito dejar inconclusos a los seres de su imaginación.
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Texto agregado el 22-03-2014, y leído por 367
visitantes. (6 votos)
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Lectores Opinan |
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29-03-2014 |
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amigo practicante de chaman dibuja el árbol de la vida de los hebreos en una pared hoy; también hace ejercicios corporales mágico, en dirección al sol, generalmente. Tiempo ha que no lo veía, en general sólo es azar me junta con la gente, y me junto mucho. salud.- fafner |
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29-03-2014 |
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Lo cierto es que leer emanaciones totalmente reestructuradas del lenguaje, con tal individualidad discursiva, es un gusto. fafner |
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25-03-2014 |
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Ahhhhhh... nomás faltaron los eones de años y estaba leyendo al maestro de lo oscuro Lovecraft. Cinco aullidos sombrios yar |
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22-03-2014 |
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!Qué buen cuento!
Tan solo la narración y el manejo de lenguaje es ya un regalo, el estilo y misticismo es un lujo.
un abrazo. umbrio |
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22-03-2014 |
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Admiro a quien penetra tan profundamente y tan bien, en mundos no cotidianos. Estrellas!!! MujerDiosa |
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