De repente el compromiso con la vida que le gusta tanto dejarse usar
Lo elevado marcado siempre por un par de tetas alzadas bien alto
Por el orgullo infinito de una cadera expandible
De ojos de caudales de amor
La delicadeza en la suavidad de una caricia, de una fina mano
- o una gruesa tambièn –
pero al fin el tacto
la presencia que acuna en su pecho lo efímero de la vida
lo trascendental de la existencia
los miedos vencidos siempre por la ofrenda al otro
la vitalidad encarnada a la entrega;
total como ninguna otra
la capacidad de ser mujer-hogar (entre otras tantas cosas)
y la delicia de vivirlo saboreandose los dedos
relamiendose en la esperanza de un futuro asombroso
de los deditos todos en su lugar
de la enseñanza del latir del corazón
no siempre al mismo compás pero con la misma intensidad
de siluetas de labios rosados escapando de toda caballerosidad
de todo lazo que intenta sujetar y limitar
la esencia misma del perfume del vientre
de la inmensidad de los muslos-luna
en medialuna - y nueva cuando ya ni está -
cuando oscura y silenciosa se deja huir
escapar de los abrojos del gigante inconciente
que tienta y engaña con promesas de eternidad
adoptando las formas necesarias para encapsular
a la mujer-hogar, haciéndola olvidar
del poder resonante de su risa blanca – y pura –
de la fuerza naciente de la expansión de su útero
de la mirada de comprensión profunda
de la cobija en que se transforma su piel
cuando abre bien grande los brazos
y sujeta con fuerza el mundo en su seno
después de haber dado luz a cada ser viviente
a cada idea, cada acción
a cada alma amante
y los sujeta con fuerza
con ademanes de una madre
de un universo de mujer
y nos sujeta con fuerza
abriéndose en la inmensidad del cielo
y las estrellas
dándonos para siempre un hogar.
Texto agregado el 19-03-2014, y leído por 92
visitantes. (2 votos)