El Director Comercial de Marketing Internacional mostró orgulloso el hielo al jefe de la tribu. El gran bloque que hace dos días partió de las montañas envuelto en hojas de platanera ahora no era más grande que una nuez. En la mano inocente y perpleja del indio el hielo agonizaba en un festival de brillos azulados. El Director Comercial de Marketing, apremiado por el proceso de fusión, recitó, una por una, todas las virtudes el hielo. Explicó con vehemencia como permitiría almacenar el pescado y las frutas durante días sin riesgo de putrefacción.
El Director Comercial acabó su magistral exposición en el mismo instante que el hielo solo era un charco en la palma del indio.
El jefe se retiró a meditar a su tienda y prometió al Director una respuesta.
Durante el viaje de vuelta el vendedor frustrado digería la negativa del indio. Comprendió que era imposible vender hielo a aquellas bestias subdesarrolladas. Todavía, por no tener, no tenían ni miedo al futuro.