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De corazón parte 10

Ya cumplimos un año de estar juntos. Él no ha cambiado su postura religiosa y yo no he dejado de asistir a la congregación. Respeta mi espacio y yo el de él.

En esos días había presentado molestias que yo refería a cosas normales de mi cuerpo, a todas las mujeres les pasa y no me preocupaba. Aunque sabía que Salvador es doctor nunca le dije de mis malestares. Los problemas vinieron.

Por la noche preparé mis cosas para ir a una boda, aun no vivíamos juntos aunque ya lo habíamos planeado. Era demasiado mi dolor que bajé a tomar una patilla para los cólicos. Obviamente sin ningún tipo de pre inscripción médica. Después de terminar de acomodar mis cosas me recosté en mi cama para dejar que la pastilla hiciera su trabajo pero me quedé dormida. Se suponía que estaría lista a las 9 de mañana para llegar a un hotel lejos de la cuidad. Arturo entró a mi casa para verme y esperar a Salvador en mi casa. Cuando subió a mi cuarto no vio ningún tipo de movimiento. Entró a mi cuarto y me vio en mi cama tapada. Me hablaba pero yo no respondía, hasta que me destapó y vio mi cama llena de sangre, pensó que me habían atacado. Tomó el teléfono y llamó a una ambulancia y a Salvador.

En el hospital los doctores no decían nada. Salvador trató de investigar qué era lo que tenía y Arturo ya se imaginaba lo que estaba pasando.

Los doctores le dieron un informe de lo que me pasaba y que se suponía que la enferma sabia de su problema para poder ser madre. El doctor lo dijo frente a Arturo y fue inevitable el decirle la verdad.
Salvador pasó a verme al cuarto pidiendo una explicación, sobre todo mis razón de no haberle dicho la verdad de mi problema.
-¿qué me pasó? – pregunté acostada en la casa y con la boca completamente seca.
-Arturo te fue a buscar a tu casa y te vio en tu cama llena de sangre. – responde molesto.
-¿que tengo? – le pregunté pero ya me lo imaginaba.
-ya lo sabias. ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Soy doctor yo te puedo ayudar! – el me reclama.
-no entiendes. Ya tengo 32 años ¿tú crees que podré ser madre?
-claro que sí. Hay posibilidades. - dice él.
-mi mamá me tuvo a los 45 años. No quiero ser una abuela para mis hijos.
-tu no me puedes decir esto. Jamás me lo imaginé. En mi tienes a una persona que te puede ayudar finalmente tu cercanía a Dios no te permitiría tratar así a tus hijos. – y me sorprendieron sus palabras, que hablaban de Dios.
-no sabes lo que acompleja ver a mis clientas que llegan con sus hijos y ver a mujeres con una enorme panza y yo no. –dije entre lágrimas.
-eso va a cambiar te lo prometo. Vas a someterte a un tratamiento de fertilización y lo vamos a intentar.
-¿me lo juras? - le hice prometerme.
-sí. Te lo digo de corazón. – responde él.

Continuara…

Texto agregado el 18-03-2014, y leído por 170 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
24-04-2014 Mmmm,ya me imaginaba que podría hacerse algo.Qué bien por ella***** Victoria 6236013
 
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